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Amando de Miguel

Ejes y polos

El eje es un vástago, real o figurado, que atraviesa un cuerpo giratorio. Los extremos de ese eje son los polos, necesariamente dos: positivo o negativo, norte o sur. Por extensión, el eje pasa a ser la parte fundamental de una entidad, lo que la sustenta o mantiene. En ese caso los polos siguen siendo idealmente dos, en la medida en que son los extremos de un eje. Pues bien, ante ideas tan claras, sorprende la cantidad de textos y discursos en los que aparecen múltiples ejes y, naturalmente, múltiples polos. Francamente, la realidad se hace muy confusa cuando hay tantas imágenes multiaxiales o multipolares. Peor es la famosa “bipolarización”, como si no supiéramos que los polos tienden a ser dos por definición. La confusión de ideas que se produce puede llegar a ser caótica. El argumento de los “varios ejes” sobre los que gira un texto, un argumento, una idea, representa un deliberado propósito de enmascarar la realidad. Claro que a lo mejor se trata de eso, de confundir. Los lectores de esta seccioncilla ya saben que el lenguaje se troquela también para oscurecer y engañar al interlocutor. El hombre es un curioso animal que gusta de disfrazarse, de aparentar, de disimular. De ahí lo de girar con varios ejes y múltiples polos.


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