El próximo Congreso de los socialistas vascos ha perdido interés frente al de los “peperos” españoles. Desde el Congreso de la refundación, hace 12 años, no se presentaba otro cónclave tan apasionante. No se va a discutir formalmente la sucesión de Aznar, pero es inevitable que esa cuestión se plantee. Es lógico y es bueno que sea así. Bastaría con que se adivinara un sucesor “en la sombra”, aunque luego se cambiara. Pero el efecto sería de una gran liberación de energías para hacer cosas en el Gobierno. Por lo menos se acabarían las pequeñas conspiraciones de despacho y restaurante
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