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Amando de Miguel

El día después

Con ese título leo un interesante artículo de Valentí Puig en ABC (28-I-02). Realmente no me tendría que llamar la atención. El adverbio “después”, que exige un verbo, se evade tranquilamente para convertirse en sustantivo (“un antes y un después”) o en adjetivo (“el día después”). Esos otros usos –incorrectos como son– deberían reservarse para el habla coloquial. Desde luego, no deben ser realzados a la categoría de titulares de periódico o de títulos de artículos y no digamos de libros. En lugar del horrísono “el día después” bien se puede decir “el día siguiente” y todos nos entendemos sin que sufra mucho el idioma. Por lo mismo, “el día antes” se puede trocar con facilidad en “el día anterior”. Todos contentos.

Claro que lo peor es lo de “después mío”, que acabo de oír en un programa de televisión por la persona que lo conduce. En la cola de la pescadería se dice más bien “después mía”. A saber cuál es el género de “después”, masculino o femenino.

Desgraciadamente, esa personificación del “después” es un uso frecuentísimo. ¿Acabaremos reconociendo a ese hijo espurio? Me conformaría con que no se dijese “espúreo”, como tantas veces se oye, incluso dicho por eminentes padres de la patria.

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