Diccionarios de la lengua hay muchos, pero el de la Real Academia Española resulta insustituible. La nueva edición ha recibido ya algunas críticas. Lo tienen difícil los académicos. Si incorporan muchos términos coloquiales, malo; si se resisten a hacerlo, peor. Personalmente tengo fundadas quejas de la definición que da el Diccionario a muchas palabras, por ejemplo, la de “curiosidad”. Pero eso no quita para que su lectura me resulte subyugante. La nueva edición es un primor. Se debe consultar a cada paso. Pueden meterla en el ordenador. Así podrán satisfacer su verdadera curiosidad a su antojo y en “tiempo real”.
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