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Amando de Miguel

El español y las otras lenguas

Juan María Molins (Balaguer, Lérida) se pregunta, compungido: “¿Por qué se empeñan los políticos en llamar a nuestro idioma castellano? ¿Acaso no es español? ¿No existe una Real Academia de la Lengua Española? … Sé que en la Constitución Española consta como el idioma del reino el castellano. ¿Me podría explicar a qué es debido?”. Puntualicemos. La Real Academia Española publica el Diccionario de la Lengua Española. La Constitución prescribe que “el castellano es la lengua española oficial del Estado”. Hay aquí una vacilación, pero está en la realidad de las cosas. El diccionario que fija por primera vez nuestra lengua común es el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias, coetáneo de Cervantes. La ambigüedad se resuelve fácilmente. Dentro de España, para referirse a la lengua común en relación a las otras lenguas españolas, diremos castellano. Pero también se puede llamar español, porque es así como se reconoce en todo el mundo. Es una gran ventaja poder apellidar a nuestra lengua de las dos formas. La verdad es que es la única en la que normalmente se entienden (o se desentienden) los españoles. De todas formas, a mí esta polémica me resulta cansina.
 
Sergio González (Valencia) me señala una curiosidad. En valenciano el verbo ensinistrar equivale al castellano adiestrar. Consulto el Pompeu Fabra en donde ensinistrar es “comunicar a alguien la aptitud o destreza en algún arte o trabajo”. Es una divertida vacilación, la de enseñar una destreza (derecha) y llamarlo ensinistrar (izquierda).
 
Eduardo Font (Barcelona) dice que yo le recuerdo al ingenioso hidalgo “creyendo que los molinos eran gigantes”. Pues mire, don Eduard, más me identifico con Sancho Panza, como puede usted ver en mi librito Sancho Panza lee el Quijote. Me congratulo de lo que sostiene el de Barcelona, que los catalanes no van a perder el castellano. Pregunto: ¿y él cómo lo sabe? Dice don Eduard que yo sostengo que solo la lengua castellana es española. No es así. Lo único que digo es que es la única que en el mundo se identifica como lengua española. No en vano es la única lengua en la que podemos entendernos (e insultarnos) los españoles todos. Otra anotación de don Eduard: que el verbo acollonarse tiene raíces catalanas. Claro es, y latinas. Tiene el sentido de amedrentar, sin ninguna connotación sexual. Permite su utilización en el lenguaje fino, frente al sonido más basto del castizo acojonar. Al final está el coleus latino o el culeos griego. Es decir, cojón.
 
Eduard Font (Barcelona) considera “como mínimo demagógico y con toda la carga de adulación” decir ─como yo sostengo─ que la conducta del señor Ibarreche es un crimen. De paso asegura: “No sea usted modesto, don Amando, usted nunca ha sido tratado como un charnego en Catalunya”. No fui tratado como un charnego sino con pleno reconocimiento hasta que firmé (con Federico Jiménez Losantos y otros dos mil) el Manifiesto de los 2.300 a finales de 1980. Era una defensa del idioma castellano y del bilingüismo en Cataluña. A partir de esa fecha, sí fui tratado como un despreciable charnego. Se me han olvidado los muchos insultos y desprecios. Anoto uno como muestra. En la primavera de 1981 hubo elecciones para Rector en mi Universidad. Delante de las urnas había colgado un inmenso cartel con esta leyenda: “Amando go home”. Nadie quitó el cartel infamante. Así que en la primera ocasión administrativa que pude, me trasladé a Madrid pasando por Yale (Estados Unidos). Lo del cartel no fue tan humillante como las amenazas físicas. Quien más sufrió fue Federico Jiménez Losantos. Como se sabe, fue secuestrado y recibió un tiro en la pierna a quemarropa. Todo un ejemplo de la famosa rauxa catalana. Muchos charnegos la siguen padeciendo. Su único delito es haber nacido fuera de Cataluña. Don Eduard, se me ocurre remedar los versos de Segismundo: “Apurar cielos pretendo, / ya que me tratáis así, ¿qué delito cometí / contra vosotros naciendo?”. Y termina “Pues el delito mayor / del hombre es haber nacido” [fuera de Cataluña].

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