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Amando de Miguel

El euro olvidado

Séneca tiene un tratado entero sobre los vientos. Son páginas fascinantes. Es asombroso el retroceso que significa hoy el virtual desconocimiento que tenemos de los vientos. En todo caso nos interesa su velocidad, pero no lo más interesante, que es su dirección. Para los antiguos cada dirección tenía un nombre. No era lo mismo el céfiro (oeste y húmedo) que el bochorno (sur), la tramontana o terral que el cierzo (norte). Particularmente benéfico es el ábrego, que sopla en la Península desde el suroeste. Uno, opuesto, que ha perdido vigencia, es el euro, el viento que viene del Mediterráneo. Es lástima que en las informaciones sobre el tiempo meteorológico no se nos mencionen casi nunca los nombres de los vientos. Todo lo más se identifica cada viento con su posición en los puntos cardinales. Resultaría muy expresivo que nos avisaran de que va a soplar un ciercillo refrescante o un bochorno insufrible. Sobre todo me preocupa que nos hayamos olvidado del euro, sobrepasado ahora por su significación dineraria. El viento condiciona mucho nuestro estado de ánimo. Por eso es necesario que conservemos su nombre.

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