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Amando de Miguel

El origen de las frases hechas

Solo los poetas escriben con frases originales, poniendo por primera vez un adjetivo a un sustantivo. En la prosa cotidiana todos recurrimos a las asociaciones de palabras que otros han logrado antes. De otra forma, el habla sería una continua e insoportable justa poética.

Conviene saber de dónde proceden algunas de las frases hechas, de las expresiones desgastadas por el uso. Remito al lector curioso a la consulta de dos buenos libros sobre el particular. Está el clásico El porqué de los dichos, de José María Iribarren, y ahora hay otro más manejable, ¿Qué queremos decir cuando decimos…?, de José Luis García Remiro. Advierto que el origen de muchas frases hechas no es nada seguro. Suele haber versiones distintas, y aun contradictorias, sobre las etimologías de los dichos y los refranes. A veces, son expresiones que ya estaban en el latín, es decir, su origen se pierde en la noche de los tiempos. Nótese que “la noche de los tiempos” es ya una frase hecha, o mejor, una expresión gastada por el uso. Por cierto, el origen de “la noche de los tiempos” no viene comentada en ninguno de los dos libros citados. Se trata de una hipérbole, basada quizá en la creencia tradicional de que Dios creó la luz, por lo que la noche primordial precedió a los objetos iluminados. O más sencillamente, el tiempo antiguo es un tiempo oscuro, por desconocido y misterioso. La noche es lo confuso. Por eso decimos “claridad meridiana”, otra expresión hecha.


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