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Amando de Miguel

El sentido oculto de las frases hechas

El auténtico desprecio, para serlo, tiene que llevar una palabra fuerte. Nos movemos, claro está, en el lenguaje coloquial.

La verdadera unidad del lenguaje es el sintagma, un grupo de palabras con sentido, que muchas veces se repiten porque así se oyen. Es lo que comúnmente llamamos frase o expresión, aunque no tiene por qué llegar a ser una oración (sujeto, verbo y predicado). Conocer un idioma es poder soltar frases hechas (por otros innominados) con soltura. Tampoco está de más entender bien esa herencia.

Gabriel Moncalian Arsuaga me pregunta por el origen de ciertas expresiones vulgares como "me importa un bledo" (o "un comino"), "a mí plin" o "me la suda". Todas ellas son fórmulas de desprecio, como cuando se cierra la mano dejando levantar el dedo corazón. Es un gesto ligeramente obsceno, pues significa "vete a tomar por el culo". Claro que ese gesto puede contestar a un insulto previo, como "criminal de guerra" o "lameculos de Bush". En ese caso el gesto es más proporcionado. Lo del "bledo" o el "comino" (plantas insignificantes) quizá sean ñoñismos para no tener que decir una obscenidad, como "cojón de mico" o "huevo" (= testículo). El auténtico desprecio, para serlo, tiene que llevar una palabra fuerte. Nos movemos, claro está, en el lenguaje coloquial.

Horacio Ricci nos aclara, en parte, la frase, tan surrealista, de "tres por culo, veintiuno, y me llevo dos". Resulta que en la Argentina, en lugar del vulgarismo "culo", se dice "siete". Así, la frase auténtica sería "tres por siete, veintiuno", para indicar que algo es claro. Lo que no se explica, sigue don Horacio, es lo de "y me llevo dos". Supongo que es un añadido para dar énfasis o redondear la expresión. Quizá de esa forma se disimula la obscenidad con la apariencia de una simplicísima fórmula matemática escolar.

Pedro Fondevila reniega de la muletilla "la verdad es que...". Bueno, es una forma de enlace para suavizar el discurso. Otro ejemplo podría ser ese "bueno" que acabo de escribir. Ese tipo de muletillas son útiles. Lo rechazable es que se prodiguen demasiado, a troche y moche (otra muletilla). Dado que los españoles somos mentirosos compulsivos, no está mal que alguna vez aseguremos algo que sea verdadero.

Saturnino Ricote discrepa de mi apreciación del origen de la frase "a hombros de los gigantes". Realmente mi idea es que se trata de una frase hecha de incierto origen, que seguramente proviene del mundo clásico. Precisamente, su significado es que el conocimiento auténtico debe asentarse sobre el mundo clásico (Grecia y Roma). De ahí proviene nuestra cultura actual.

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