La mitad de la humanidad se sienta sobre sillas y la otra mitad gusta más bien de recostarse sobre almohadones. Son infinitos los modelos de sillas. Pongamos como primacía de elegancia la Brever, de tubo de acero y rejilla vegetal. A medio camino entre el almohadón y la silla está el sofá. También caben aquí diseños múltiples. Claro que nada como el auténtico chéster almohadillado. Tiene que ser de cuero, incluso debajo de los almohadones. Es un símbolo de respetabilidad. Quedan pocos artesanos que sepan armar un buen chéster. Más difícil es saber utilizarlo. Exige chimenea y oporto, castillo inglés.
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