Oigo de pasada en dos telediarios la palabra “emprendedor” como sustantivo. El error es patente, pues se trata de una voz que solo figura como adjetivo. Vale decir el que emprende alguna actividad particularmente difícil o arriesgada. Es decir, habrá empresarios emprendedores, pero la palabra “emprendedor” no debe sustituir a “empresario”. Antes se hablaba de amos, patronos, fabricantes, industriales o comerciantes. Todavía se dice “la patronal” para la organización de empresarios, y no “la empresarial”. En la literatura técnica se habla del “empleador”, pero no es una característica específica del empresario. El máximo empleador es hoy el Estado, los distintos organismos públicos. Así pues, será preferible la palabra “empresario” a la de “emprendedor” como sustantivo. Aunque si alguien ha decidido el nuevo giro, lo que yo pueda argüir resulta vano. Claro que, por mucho que se diga, no es fácil concluir que todos los empresarios son emprendedores. Aconsejo la lectura del reciente libro de Pablo Díaz Morán, Los Ybarra, una dinastía de empresarios (Marcial Pons). Es una biografía apasionante en la que se traza el paso de los comerciantes a los industriales y de estos a los empresarios emprendedores.
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