Menú
Amando de Miguel

En sede parlamentaria

La gran contribución del frenético verano de 2003 al vocabulario político ha sido “en sede parlamentaria”. Hemos asistido al grandioso espectáculo de la comisión para no se sabe qué de la Asamblea de Madrid. Ha sido una apoteosis de metáforas y circunloquios. La cosa había que alargarla hasta el agotamiento. Las estenógrafas no daban abasto a acumular horas extraordinarias. De ahí que, en lugar de decir, “en la Asamblea”, la trascendencia del momento exigía decir “en sede parlamentaria”. Como es sabido, la palabra “sede” es de clara resonancia eclesiástica. Normalmente se pronuncia con solemnidad. Ahora se ha rutinizado mucho. La junta de vecinos de la urbanización tiene su sede en las instalaciones del club. Pero “en sede parlamentaria”, así, sin artículo, conserva toda la dignidad romana de la curia. Se comprenderá ahora la profanación, el sacrilegio, que supone el hecho de que dos diputados no hayan votado conforme a las instrucciones del partido. Son “despojos humanos”; y menos mal que por lo menos son “humanos”.

0
comentarios