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Amando de Miguel

Errores propios

Raúl Montón Baladrón (Cebrero, Ávila) no sabe a qué carta quedarse después de leer esta frase en este corralillo: “… habrá que exigírseles un poco en el modo de junta palabras”. Es evidente que se trata de una errata. Debí escribir “juntar palabras”. Pero ese tipo de erratas se subsanan bastante bien con el sentido común. Realmente no necesitamos que estén todas las letras para entender las palabras. La comprensión se establece por golpes de vista. Otra es, naturalmente, que la palabra coja sea por un defecto, es decir, se deba a un error, un vicio de construcción. Es fundamental la distinción entre errores y erratas, y entre errores que son variaciones más o menos tolerables y otros que son verdaderos disparates.
 
Manuel Delgado Martín (Toledo) me da la razón sobre la ausencia en el Quijote de la frase “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”. Comenta don Manuel que la “llaneza” que propugna don Quijote en el hablar no quiere decir que estuviera en contra de los dobles sentidos de las palabras. Añado que precisamente el habla de Sancho suele ser muy “llana” y en cambio la de don Quijote es cultista y rebuscada.
 
Carlos Guerrero Castillo (Kirkwood Mountain, California, USA) enmienda una afirmación que yo hacía en el sentido de que Cervantes sí dice en el prólogo del Quijote “la célebre frase: … a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas”. Pero la frase no es propiamente de Cervantes sino de “un amigo” que le aconseja cómo debe escribir su obra. Naturalmente, ese “amigo” es su propia conciencia. La famosa frase nada tiene que ver con sacarle partido a los múltiples significados de algunas palabras, sino a que no debe seguirse la moda del momento que se apoyaba en los dichos de los clásicos. Precisamente, al alejarse de esa moda e incluso al ridiculizarla, Cervantes compone una novela resueltamente moderna. Tuvo la ventaja de no haber sido universitario y por tanto escolástico. No hay mal que por bien no venga, que hubiera dicho Sancho.
 
Manuel Aguirre Moscardó prefiere decir “ETA” sin artículo y en cambio “el IRA”, masculino, por aquello de que se trata del “Ejército Republicano Irlandés”. Está usted en su derecho, don Manuel, pero a mí me pide el cuerpo decir “la ETA”, como digo “la Yihad” (la Guerra Santa) o “la Mafia”. Acepto lo de “el IRA” o “los Tupamaros”. Cada palabra exige su artículo. Lo que no me convence es que, si la palabra no lleva artículo en el idioma original, haya que excluirlo cuando hablamos en castellano. Por eso digo también “el Mánchester”, “el Roma” o “el Osasuna”, entre otros equipos de fútbol. Naturalmente, será mejor decir “la Real Sociedad”. Por supuesto, siempre diré “las Naciones Unidas” y “la COPE”.
 
Borja Cabeza Gil-Casares (Madrid) me proporciona un dato adicional para que digamos “el Osasuna” con el artículo masculino incorporado. El nombre completo es “Club Atlético la Salud”. Así pues, el Osasuna, masculino.
 
Javier Alvear corrige mi comentario sobre la cerámica china. Sería mejor decir “porcelana”. Tiene razón. Realmente, mi cultura nativa es la del barro cocido (lo que los cursis llaman terracota). Luego vendría la loza (barro más fino y barnizado), la cerámica (barro más artístico) y la porcelana (barro finísimo, cocido a altas temperaturas que da una apariencia casi traslúcida). Son grados de finura, aunque el principio sea el mismo. Desde luego, en mi pueblo (Pereruela de Sayago) no se les ocurre decir que hacen loza, cerámica o porcelana, sino cacharros de barro. Así dice la tradición que Dios hizo a Adán, en hebreo “de barro”. En latín homo (= hombre) está muy cerca de humus (= tierra). Así pues, tiene algún sentido lo de “estar hecho un Adán” para indicar que el sujeto está sucio, como embarrado.
 
Ángel J. Martínez (Zaragoza) aduce un titular delHeraldo de Aragónen su primer número: “Heraldo de Aragón, diario en absoluto independiente”. Es una frase graciosa, puesto queen absolutoes una negación rotunda. Bien es verdad que, en un castellano arcaico, “en absoluto” equivalía a “absolutamente, del todo”. Supongo que era esa segunda acepción, hoy en desuso, lo que querían indicar los fundadores delHeraldo. Agradezco mucho el halagador comentario de don Ángel: “Muchas gracias y felicidades por su sección y por su trabajo en general. Yo pensaba de joven que los sociólogos eran unos papanatas que vendían humo a golpe de encuestas sin pies ni cabeza. Pero su labor en tantos programas, libros y colaboraciones me han convertido y ahora pienso lo contrario”. Gracias, pero piense que soy un sociólogo atípico, que lo mismo interpreta encuestas que escribe libros de ensayo o de novela. Créame, no soy representativo de la profesión. Realmente cada vez tengo menos claro cuál es mi profesión.

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