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Amando de Miguel

Errores y rectificaciones

Las normas gramaticales no son como la ley de la gravedad; admiten variaciones y excepciones mil. Algunas se derivan de aceptar la versión predominante en Hispanoamérica.

Recibo muchas consultas gramaticales. No es lo mío, pero no tengo más remedio que responder a algunas. Por ejemplo, Ramón me pregunta cómo se conjuga el verbo "saber" (no de conocer sino de tener sabor). Muy fácil: "Yo sé, tú sabes, él sabe, etc." Suena un poco raro lo de "yo sé a fresa" (que diría un recogedor de fresas), pero está bien dicho.

Rectifico un errorcillo involuntario. Por lo visto, lo que atribuí a Jorge Gómez era realmente de Gabriel Ter-Sakarian Arambarri. Lo siento, porque en estas páginas he dado fe de lo mucho que he aprendido de don Gabriel.

Aclaro una duda que tiene Miguel de los Santos Uhide. No creo haber dicho yo que los premios Nobel deban adjudicarse por el lugar de nacimiento de los laureados. Antes bien, el criterio que se sigue es el adecuado. Severo Ochoa aparece como norteamericano; eso es lo correcto. Por la misma razón El Greco es un pintor español, por mucho que naciera en Creta y su pintura no le gustara a Felipe II. Lo del lugar de nacimiento es más accidental de lo que parece. Lepoldo Alas nació en Zamora, pero siempre será un escritor asturiano. Carlos V es un rey español y no flamenco. Juan de Austria es un militar español y no de Ratisbona. Está bien reconocer el lugar de nacimiento, pero los genios lo son del lugar donde fructifican. Ya sé que puede haber excepciones. Aquí estamos para discutir.

No voy a entrar más en las prolijas disquisiciones sobre el contraste entre el homicidio y el asesinato, con todas las variantes que se quieran añadir. He recibido una profusión de dictámenes de los libertarios abogados sobre el particular. Creo que la cuestión es sumamente técnica. Así que se la dejaremos a los jurisconsultos. Los demás transitaremos por el camino real del habla cotidiana.

Juan Carlos García señala una frase del admirado Mario Vargas Llosa en su discurso de recepción del premio Nobel de Literatura. La frase es: "Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna". Don Juan Carlos opina que el segundo "hubiera" debería ser "habría". A mí me parece lo mismo, pero resulta que don Mario es una autoridad. El mismo Cervantes comete también algunos solecismos, pero se los perdonamos de buena gana. Las normas gramaticales no son como la ley de la gravedad; admiten variaciones y excepciones mil. Algunas se derivan de aceptar la versión predominante en Hispanoamérica. Por ejemplo, Carlos Herrera se solaza al decir "video" y no "vídeo" como decimos los españoles. Después de todo, "Montevideo" no es "Montevídeo". Con todos los respetos yo aquí escribo "la internet" y no "Internet", o "la ETA" y no "ETA". Reconozco que son manías, pero son mías.

Ya que estamos jugando con las palabras, me llama la atención algunas que se juntan como si tuvieran imán. Por ejemplo "no te arriendo" se usa poco, a no ser que se añada "la ganancia". Uno puede "rasgar" muchas cosas, entre ellas los vestidos o los trajes, pero siempre se dirá "rasgar las vestiduras". Me maravilla el imán que puede haber entre estos dos adverbios: "única y exclusivamente". Es una forma apodíctica de remachar un argumento. Por lo mismo se dice "todos y cada uno".

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