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Amando de Miguel

Expresiones del ingenio popular

Respecto al "chocolate del loro" es claro que se trata de un gasto perfectamente prescindible, puestos a ahorrar. En los tiempos antiguos el chocolate era un alimento caro. El lorito doméstico bien podía alimentarse con productos más modestos.

Viubel (Castellón) recoge esta expresión del lehendakari Ibarretxe en el sermón de la Aberri Eguna (= día de la Patria): "No nos van a demostrar con ruedas de molino". Supongo que será una traducción inconsciente del vascuence o la inhibición de pronunciar el verbo "comulgar". La verdad es que la frase "comulgar con ruedas de molino" es una ingeniosa hipérbole que solo puede permitirse a partir de una profunda raíz religiosa.

José Mª Navia-Osorio (Oviedo) redarguye que lo de "cáscara amarga" lo decía su madre para calificar a las personas de izquierdas, no a las afeminadas. Claro que para la madre de don José Mª, de la "cáscara amarga" o incluso "rojo perdido", era Adolfo Suarez. Añado que en el Diccionario de Autoridades (siglo XVIII) "ser de la cáscara amarga" equivalía a manifestar una disposición chulesca, atrevida, valentona. En el siglo XIX los de la cáscara amarga eran los liberales progresistas vistos por los conservadores. Estos últimos eran tachados de "carcas" por los progresistas.

Sigue don José Mª con el uso caprichoso de algunas expresiones populares. Por ejemplo, un antiguo profesor suyo dijo un día que había explicado la pregunta del examen "un día en que no vino a clase ni el 'Tostao'". Es evidente el uso ilegítimo de esa expresión. Lo correcto es decir que uno "ha escrito más que el Tostado", el apodo de Alonso de Madrigal, un humanista castellano, autor de miles de páginas.

Jaime Jiménez (Madrid) quiere saber el significado de "una de cal y otra de arena". No tiene mayor misterio. Se aplica a las ocasiones en que hay que contemporizar alternando con acciones opuestas o encontradas, por ejemplo, críticas y halagos, palabras firmes y suaves. En la construcción tradicional la cal daba consistencia a la masa, mientras que la arena la rebajaba.

Pedro Manuel Arauz Cimarra (Manzanares de la Mancha, Ciudad Real) se plantea el significado de algunas frases coloquiales. Por ejemplo, "aquí en la Mancha decimos que a uno le van a dar los seis males, porque, si le dan los siete, la endiña". Entiendo que es fácil colegir que los males (etimológicamente "negruras"), si son muchos, acaban con la persona. Siete es un número redondo. Don Pedro se pregunta por otras expresiones misteriosas como "oro en paño" o "el chocolate del loro". Respecto a la primera, hay dos versiones. Una dice que primitivamente era "oro en pan" (= en láminas muy finas) que, si no se está atento, se las puede llevar el aire. La segunda (que me parece más verosímil) es que el oro es tan valioso que conviene envolverlo en un paño para que no se desgaste o se desmenuce. Respecto al "chocolate del loro" es claro que se trata de un gasto perfectamente prescindible, puestos a ahorrar. En los tiempos antiguos el chocolate era un alimento caro, fabricado con productos ultramarinos (cacao, azúcar y canela). El lorito doméstico bien podía alimentarse con productos más modestos. Por otra parte el loro poco chocolate podía consumir.

Anna M. Spitzmesser (Washington, D.C., USA) me recuerda que la frase "buenos días" es realmente un apócope de "buenos días nos dé Dios". Asegura doña Anna que en el Quijote se contiene esa despedida de "a Dios vayáis". No me consta a mí esa expresión, aunque ciertamente en El Quijote se repite el "Dios" de muchas expresiones coloquiales. Es evidente que el "adiós" se deriva de ese uso repetido. También se dice (o se decía) "vaya usted con Dios" como fórmula de despedida cortés. Doña Anna añade que el "hola" como saludo actual originalmente significaba sorpresa. Más que sorpresa entiendo que el "hola" implicaba admiración. Se deriva claramente de la voz latina heus, que era algo así como el "oye" que también se emplea actualmente como una muletilla para llamar la atención del interlocutor.

Javier Escalera (Lake Worth, Florida, USA) interpreta que el plural de "buenos días" alude a que el tiempo es un elemento fluido, continuo, fuera de nuestro control. Es lo mismo que en una inundación hablamos de "las aguas" y no del "agua". Está bien visto. Se me ocurre que esa noción del tiempo continuo se adivina en otras expresiones como "tener los días contados" (a punto de fallecer), "hay más días que longanizas" (= no hay prisa), "no pasar los días" (= envejecer).

Pascual Fernández imagina que el plural de "buenos días" proviene de que el saludo se podía dirigir a varias personas, en cuyo caso quería decir "buenos días tengan ustedes".

Luis Lebredo (Redlands, California, USA) sostiene que el plural de "buenos días" se deriva de que "los hispanos somos más generosos" y, por tanto, un solo día nos parece poco. Don Luis aporta el dicho cubano "ofrecer no empobrece; dar es lo que aniquila". En efecto, el que recibe a un visitante en su casa (la del visitado) le puede decir con exagerada cortesía: "ha tomado usted posesión de su casa".

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