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Amando de Miguel

Fantasía y misterio de las palabras

Don Ramón señala otro juego de palabras: la ciudad de Chicago es conocida como "the windy city" (= la ciudad del viento). Pues bien, don Ramón se acaba de topar con esta traducción: "la ciudad de la ventosidad".

Qué difícil es dar con la palabra justa. Melitón Cardona Torres me envía este ejemplo, de una noticia de sucesos: "Ha sido detenido en Salamanca un chico de 41 años que circulaba a 233 km/h en la Ruta de la Plata". Se supone que lo de "chico" alivia un poco la situación del salvaje.

Ramón Ruiz recuerda que, jugando al Trivial, le hicieron la siguiente pregunta: "¿Qué lugar de Estados Unidos es famoso por la silicona?". La respuesta es "Beverly Hills", el barrio de los actores de Hollywood. Como es fácil comprender, se trata otra vez de un juego de palabras. Hollywood es la ciudad de la silicona (= silicone), por los implantes a los que se someten las actrices del cine y la televisión. El juego está en que previamente está el "valle del silicio" (= silicon), que es como se denomina a la comarca californiana donde se concentran las empresas de informática. La capital es Palo Alto (donde, por cierto, residí yo hace una generación; iba a decir "hace un siglo"). El nombre de "palo alto" es el que dieron los españoles a la sequoia. Algunos magnificentes ejemplares de ese árbol pueden verse en La Granja (Segovia) y en la Universidad de Salamanca.

Don Ramón señala otro juego de palabras: la ciudad de Chicago es conocida como "the windy city" (= la ciudad del viento). Pues bien, don Ramón se acaba de topar con esta traducción: "la ciudad de la ventosidad".

Agustín Fuentes se refiere a la voz banquetería con la que los hispanos de Estados Unidos traducen catering. Don Agustín razona que lo de banquete le parece un acto "más serio y formal, más ceremonioso y con comida más elaborada". No tiene por qué. La primera acepción de banquete, según el DRAE, es "comida a que concurren muchas personas para celebrar un acontecimiento". Eso es lo que ocurre precisamente en los congresos y reuniones culturales, empresariales o festivas. Hay muchos comensales y, por tanto, una forma de proveer los alimentos es traerlos de fuera y disponerlos sobre unas mesas. Puesto que la clave está en los muchos comensales, esa disposición es la aconsejable. En inglés la función de acarrear y disponer esos alimentos en el salón correspondiente por una empresa exterior recibe el nombre de catering. Equivale a "provisión", pero, para distinguirlo de otras actividades parecidas, no está mal que en español lo llamemos banquetería. No importa que los vasos y los platos sean de cartón o de plástico. Si proveen de condumio a mucha gente reunida para la ocasión es un banquete. El equivalente latino o griego es ágape (= amor o afecto fraternal), lo que indica que los alimentos ceden en importancia al placer de reunirse y conversar. El nombre de banquete procede de las bancas o tableros en los que se disponen los alimentos. En los banquetes cada uno puede pagarse lo suyo, pero normalmente hay un anfitrión ("huésped" en español clásico) que convida a los demás. El Tesoro de Covarrubias señala que banquetear es "hacer de ordinario banquetes y convidar espléndidamente".

Agustín Fuentes anota con desagrado ese uso de los comentaristas deportivos que llaman "cajón" al podio donde se colocan a los triunfadores de una prueba deportiva. Comprendo que la actividad deportiva se mueva en un repertorio de muy pocas palabras; por eso mismo los cronistas se esfuerzan en buscar todo tipo de sinónimos y de imágenes retóricas. Pero estoy con don Agustín en que lo de cajón resulta poco elegante para un acto que significa encumbrar simbólicamente a un deportista (o a tres en el caso de las medallas olímpicas). Si de lo que se trata es de escasez de palabras, miren los cronistas deportivos de probar plataforma, tarima, escabel, estrado o pedestal. Pero lo más sencillo es podio (= donde uno se pone de pie para recibir el homenaje correspondiente). Lo de cajón, por aumentativo, suena a algo basto.

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