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Amando de Miguel

Frases más o menos hechas

Supongo que es el punto intermedio entre la marea alta y la marea baja. Algunos me precisan que ese punto corresponde exactamente al nivel del tercer escalón de la escalinata del Ayuntamiento de Alicante.

Una lengua no es sólo un conjunto de palabras sino palabras entrelazadas, que adquieren así sorprendentes significados. La cosa puede verse como un juego.

Paloma Calderón (Madrid) me pregunta por la razón del enunciado "pobres de solemnidad". Es muy sencillo. Se dijo así porque eran los mendigos que se mostraban como tales en las fiestas litúrgicas o solemnidades. Eran los momentos más rentables para el negocio de la limosna. Es el caso de los lisiados a la puerta de las catedrales o en otros lugares de más tránsito.

Lucía Luque (hija de Juan de Dios Luque, un genio de la Lingüística) me envía un interesantísimo artículo sobre fraseología. Es el estudio de las frases hechas que se repiten en situaciones dadas. A veces son refranes y otras aparecen como retruécanos o infantilismos. El artículo está publicado en Language Design. Sugiero que los "luquistas" (los seguidores de la dinastía de los Luque) consulten la colección del semanario El Cocodrilo (años 80), que fue un prodigio fraseológico. Por ejemplo, este titular debido al director de esa publicación, Carlos de Vega: El desfile de la Victoria. Se refiere a que los restos de la Reina Victoria, la mujer de Alfonso XIII, llegaban a El Escorial. Aporto un dicho muy popular a la fraseología de Lucía Luque: "Lo llamaron de todo menos bonito". Quiere decir que recibió todo tipo de insultos. Una buena fuente para esos "fraseogramas" (me acabo de inventar el término) puede ser el género de las tertulias de la radio o de la tele. Una frase muy repetida, para ganar tiempo, es "dicho lo cual"; o también "punto número uno".

He recibido muchos correos sobre la curiosidad de que las cotas del terreno en la España peninsular se fijen con el criterio del "nivel del mar en Alicante". Esa sería la cota cero. Supongo que es el punto intermedio entre la marea alta y la marea baja. Algunos me precisan que ese punto corresponde exactamente al nivel del tercer escalón de la escalinata del Ayuntamiento de Alicante. Añado que otro punto mágico es el Club Náutico de Altea, por donde se despide hacia el mar el meridiano cero. Sobre esa particularidad tengo escrita una novelita inédita.

Pedro Araúz Cimarra (Manzanares de la Mancha, Ciudad Real) me aclara lo del "nivel del mar en Alicante". Es el lugar donde, al ser mínima la diferencia entre la pleamar y la bajamar, la referencia de las cotas es más constante. Está muy claro. El nivel del mar no es tan constante como nos parece a los de tierra adentro. Don Pedro señala que la cota de la estatua del Ángel Caído (uno de los pocos monumentos al Diablo), en el Retiro madrileño, corresponde a los 666 metros. Añado que mi casa está en la cota 1.000. Lo decisivo en esta vida es estar a la altura de la cota que le corresponde a uno. Tengo una sospecha (una teoría sin confirmar), que lo del "mar en Alicante" se determinó por los topógrafos ingleses que trazaron el primer ferrocarril de viajeros en España: el de Alicante a Madrid. Era decisivo el dato de la altura sobre el nivel del mar para diseñar las pendientes y las estaciones. Otra decisión fue la de la necesidad de locomotoras más pesadas, lo que obligó a una vía un poco más ancha que la inglesa.

Lorenzo Garmendia interviene en la polémica sobre lo difícil que es sentarse "en el quicio de la mancebía", según la frase tópica. Don Lorenzo opina que la frase puede ser correcta, pues el quicio es una piedra grande, con un agujero en el centro, sobre el que se inserta el espigón para que gire la puerta. Sé muy poco de puertas o de mancebías, y no puedo opinar. Ahí queda el comentario.

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