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Amando de Miguel

Frases redondas

Los misioneros que llegaron a Japón descubrieron un plato muy apetitoso de verduras rebozadas que podría servir como equivalente de la carne para las témporas. Así que ese plato acabó siendo tempura y hoy es una delicia de los restaurantes japoneses.

Carlos M. Padrón entiende que lo de “cabello” para no tener que decir “pelo” es simplemente un “rebusque” o ñoñismo. Entiendo que no siempre. El dulce conocido como “cabello de ángel” sería menos atractivo si fuera “pelo de ángel”.

Agustín Fuentes se ha entretenido en listar todo un repertorio de frases hechas en relación a los pelos.

Sintetizo sus hallazgos:

-    “de pelo en pecho” (= valiente, echao pa´lante, machote)

-    “no tener pelos en la lengua” (= ser franco)

-    “tira más un pelo de figa que una maroma de un barco (= pesa mucho el amor carnal)

-    “ir a pelo” (= desnudo)

-    “hacer algo a pelo” (= con sencillez). En inglés lean production (producción eficiente).      [Para mí lean es más bien “magro”].

- “a pelo de coño” (= hacer algo por narices o con finura)

- “pasarse un pelo” (= ir más allá de lo debido)

- “vaya moño que tiene” (= soberbio, altivez, presunción)

-  “menos moño y más pelo en el coño” (= menos presumir y ser más honesta)

- “no cortarse un pelo” (= ser franco o descarado)

- “no tener un pelo de tonto” (= ser muy listo)

- “cogido por los pelos” (= mal preparado)

- “pelillos a la mar” (= quitar importancia a algo)

- “ponerse los pelos como escarpias” (= asombro, susto, miedo)

-   “faltar un pelo” (= por muy poco)

-   “tirón de pelos” (= castigo, admonición)

-   “tener una mata de pelos” (= abundante pilosidad)

-  “el grosor de un cabello” (= medida de espesor mínima)

-   “pelaje” (= mal aspecto, de poco fiar)

Aunque parezca difícil añadir más variaciones se me ocurre “de medio pelo” (= insignificante, ramplón), “lucir el pelo” (= no medrar), “al pelo” (= oportunamente), “pelos y señales” (= indicios), “el pelo de la dehesa” (= rústico), “hacer a pelo y a pluma (= homosexual o bisexual), “y yo con estos pelos” (= desprevenido). Una vez más, se prueba que la polisemia es el mejor indicio de la vitalidad de un idioma.

Javier Vicuña Ruiz matiza el sentido de la frase “dejar pelos en la gatera”. Para don Javier esa expresión significa “superar una dificultad pero con muchísimos apuros”. Pone el ejemplo del equipo que gana un partido de fútbol en el último minuto… y de penalti injusto. Entiendo que “dejar pelos en la gatera” es algo más. Para mí significa que los éxitos aparentes o inmediatos no lo son tanto si consideramos el coste que suponen. Por eso se dice otro refrán gatuno: “el gato escaldado del agua caliente huye”.

Rafael Palacios Velasco me informa de que el dicho “¿qué tendrán que ver los cojones con el trigo?” –que hasta ahora se había oído en Jaén y Ciudad Real– también circula en Asturias y don Rafael ha contribuido a divulgarlo en Almería. Se prueba, una vez más, que los localismos no son tales. Desde luego, la comparación, igualmente surrealista, de “¿qué tendrá que ver el culo con las témporas?” es moneda corriente en todas las regiones españolas, no sé si también en América. Por cierto, las témporas eran los días iniciales de las estaciones del año en las que la Iglesia Católica prohibía comer carne. Los misioneros españoles y portugueses que llegaron a Japón descubrieron un plato muy apetitoso de verduras rebozadas que podría servir como equivalente de la carne para las témporas. Así que ese plato acabó siendo tempura y hoy es una delicia de los restaurantes japoneses.

Rafael García Llorca ha encontrado el sentido de la expresión”dar sopas con honda” (= ser superior a los demás). Sopa es tanto como “guijarro”. Así pues, en una competición el que tira las piedras con honda puede a los que las tiran con la mano.

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