Menú
Amando de Miguel

Gentiles gentilicios

Si se me permite echar mi cuarto a espadas sobre el origen del nombre de Madrid, sospecho que proviene de la raíz magh, que en sánscrito y algunos idiomas europeos da poder.

José Luis Romero Sevillano cuenta que "en un programa de televisión, alguien utilizó la palabra hindú para referirse a un natural de la India. Fue recriminado culturalmente por utilizar dicho término, con el fundamento de que los naturales de tal país deben ser llamados indios. Ello no es cierto, puesto que pueden ser manejados ambos apelativos". Tiene razón don José Luis. Un natural de la India, o algo referido a ese país, puede ser calificado tanto de hindú como de indio. Lo malo es que hindú se refiere también al que profesa el hinduismo, la religión privativa (pero no única) de la India. Además, indio es el nativo o aborígen de muchas partes de América, por la confusión de los primeros conquistadores españoles, confiados en que habían llegado a "las Indias". Encima una de las lenguas más habladas de la India es el hindi, que a veces se confunde con el inexistente idioma "hindú".

Jaime Lerner (Tel Aviv, de origen uruguayo) abomina ser "latinoamericano". En su lugar prefiere ser "hispano, iberoamericano, americano del Sur, uruguayo o simplemente americano". Arguye: "A mi amigo François Nicole, nacido en Quebec, de padre francés y madre belga, nadie le llama eso de latinoamericano".

Javier Alberdi Azuabarrena se lamenta de la expresión "el puerto donostiarra de Pasajes". Arguye que lo correcto debe ser "el puerto pasaitarra de Guipúzcoa". En efecto, resulta lamentable la confusión de gentilicios, tan frecuente. De todas formas, recuerdo que en el Quijote se llama "vizcaíno" a un caballero guipuzcoano. Durante mucho tiempo se dijo "vizcaíno" para lo que hoy es "vasco" y para algunos es "eúscaro", "eusquérico" o "euscalherríaco". Incluso se peuden sustituir las ces por las kas. Seguimos sin saber cómo llamar a los vascongados sin que ninguno se sienta incómodo.

Elena Alises me transmite su preocupación: "Llevo unos días dando vueltas al origen del nombre de Madrid, con la d terminal atípica en español, y el adjetivo madrileño en vez de madrideño. ¡Si encontrara algún hueco para contárnoslo!". ¿Cómo no? Son muchos los que se han sentido intrigados con ese raro nombre de Madrid. Verdaderamente, hay pocas voces españolas terminadas en id. Algunas se relacionan con la guerra: adalid, ardid, Cid, lid.

Hay varias versiones sobre el origen de Madrid. Jaime Oliver Asín lo funda en la voz latinizada matrice (= matriz, arroyo, fuente). De ahí pasó a Matrit, Matriy o Majerit, pronunciado al modo arábigo. Ramón Menéndez Pidal opina que el origen es céltico: Magerito, de mago (= grande) y ritu (= vado, puente). Manuel Gómez Moreno sostiene que el nombre proviene de una mezcla de una voz púnica magalia y del latino maxeria (= choza). En casi todos los casos los nombres originales aluden a corrientes de agua, algo que se reproduce en otros muchos topónimos de ciudades. Solo que las corrientes de agua que están en la base del nombre de Madrid no se refieren tanto a las del Manzanares como a las subálveas. En efecto, la ciudad de Madrid siempre tuvo muchos pozos y fuentes, circunstancia que, paradójicamente, retrasó mucho la traída de aguas desde la Sierra por medio de un canal. Es el famoso Canal de Isabel II, todavía en uso, solo que muy ampliado. La abundancia de aguas subterráneas se explica por las abundantes lluvias de la zona serrana y el carácter poroso del terreno. Por eso el Manzanares es tan poco caudaloso.

Respecto al gentilicio "madrileño", es claro que se trata de facilitar la pronunciación del imposible "madrideño". La derivación de "madrileño" me recuerda el diminutivo castizo de "cafelito". Sería muy arduo decir "cafeíto", "cafito" o "cafecito".

Si se me permite echar mi cuarto a espadas sobre el origen del nombre de Madrid, sospecho que proviene de la raíz magh, que en sánscrito y algunos idiomas europeos da poder. De ahí, por ejemplo, madre, mago y magia, comunes a varias lenguas europeas. Es fácil ver en los símbolos madrileños elementos mágicos. "La villa de las siete estrellas" fue llamada Madrid, por las siete estrellas de la Osa Menor. La Osa y no el oso del madroño. El madroño es un árbol mágico, puesto que sus extrañas bayas son alucinógenas. Podríamos imaginar que en la Silla de Felipe II, en la Almudena y en el Cerro de Los Ángeles se situaron sendos lugares de culto precristiano. Es fácil suponer que los druidas de esos primitivos templos utilizaban las bayas del madroño como estupefaciente ritual. Lo de la Osa Menor pudo venir de que en el Madrid musulmán funcionó una escuela de Astronomía. Con el tiempo, la metáfora de las "siete estrellas" adquirió otra significación: una estrella con siete puntas sobre el plano de las carreteras que confluyen en la puerta del Sol: las seis carreteras nacionales más la de Toledo. También se pensó que las siete estrellas son las siete colinas sobre las que se asienta el plano del Madrid medieval. Se ha dicho lo mismo de Roma o de Lisboa. Lo más asombroso de Madrid es que no sea ciudad sino villa, y que hasta hace poco no haya tenido catedral. Es más, la mezquita se inauguró antes que la catedral. En fin, "Madrid, castillo famoso"; eso es lo que es.

En Sociedad

    0
    comentarios