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Amando de Miguel

Geografía del idioma

Antonio del Junco (Sevilla) me envía unas jugosas reflexiones sobre el vascuence. Quiere saber qué hay de verdad en la teoría de que es el resto de un idioma hablado en toda la Península Ibérica antes de los romanos. Razona que el hecho de que se haya conservado en el País Vasco es porque los romanos “desistieron de conquistar esa región” por ser demasiado primitiva. En apoyo de esa interpretación don Antonio aduce que “hacha” y “piedra” se dicen en vascuence con el mismo vocablo. No soy filólogo, pero las tres suposiciones me parecen incorrectas. Es inverosímil que se hablara una misma lengua en toda la Península Ibérica antes de los romanos, tal era el grado de incomunicación entre las distintas tribus. Lo que sí parece razonable es que el conjunto de lenguas ibéricas estuvieran emparentadas y que el vascuence sea la que ha quedado. Por eso aparecen topónimos en toda la Península que parecen vascos. Lo de que “los romanos no llegaron al actual País Vasco” carece de fundamento. Hay numerosos restos de esa presencia, incluso en el vascuence. Era un territorio pobre y lo que no hay es restos de ciudades romanas. Lo de que el “hacha” y la “piedra” en vascuence llevan la misma palabra es una afirmación que se repite sin ningún apoyo real. “Hacha” en vascuence es aizkora y “piedra” es harri. No hay ningún parecido. Es más, las hachas y otras herramientas de metal se fabricaron en Vizcaya desde los primeros tiempos de la Edad del Hierro.
 
José Luis Lapresa (natural de Granada y residente en Mallorca) me envía un divertidísimo diccionario: Granaíno para extranheros. No es propiamente un dialecto, ni siquiera una jerga, sino un modo de hablar con la fonética característica de los de Granada. Se forma con unas pocas reglas muy sencillas: la ele se transforma en erre, la jota se convierte en hache aspirada y se añaden algunas contracciones perezosas y ciertos diminutivos. Aduzco algunos ejemplos que ha recogido don José Luis:
 
 
Ahelico (= angelico, criatura que mueve a ternura)
Anda que no (= locución afirmativa; típica antífrasis andaluza)
Sí, la polla (= locución negativa; otra antífrasis)
Chispilla (= unidad de medida menor que la mihilla)
Chispitilla (= diminutivo de chispilla)
Hiñaero (= retrete)
La henerá (= la General, Caja de Ahorros)
Malafollá (= mezcla de apatía y desgana, típica de los granaínos)
Mihilla (= unidad de medida universal)
 
Me gustaría añadir el ebrillo (= un camión Ebro pequeño, unidad de volumen), unidad que he visto manejar en El Ejido (Almería).
 
JAWH de Irureta Goyena (Canadá) vuelve con la forma de llamar a los santos y pide que explique lo de “Santiago”. Es muy sencillo. El Jacobus latino pasó a ser San Yago, San Diego, San Jaime o Santiago. Mi pueblo es Pereruela de Sayago, otra versión. El asiduo corresponsal hispanocanadiense informa que en México celebran el “San Lunes” cuando alargan el fin de semana y “hacen el puente”. En Madrid hay algo de eso, sobre todo si el martes es fiesta (feriado en México).
 
Pablo González García me pregunta si “la política lingüística catalana [la del Gobierno catalán] perjudica o perjudicará el futuro laboral de los catalanes”. Mi opinión es terminante. Va a ser un perjuicio grande, a no ser que logren desplazar el castellano a favor del inglés. El problema está en que hay notables catalanes en el pasado que se expresaron en castellano pero no en inglés. Cataluña ha sido un gran país (nación, región, etc.; táchese lo que no corresponda) gracias a que ha dispuesto de dos lenguas.
 
José Manuel Fernández (Pontevedra) se maravilla de que, para un objeto tan familiar como el automóvil, haya variaciones tan grandes si comparamos las palabras que se usan en México y en España. He aquí algunas:
 
En México En España
- salpicadera - guardabarros
- quemacocos - techo solar
- cajuela - maletero
- cajuelita - guantera
- cofre - capó
 
Por lo que veo, los términos mexicanos son más castizos, como lo es el carro mexicano frente al coche español (un galicismo).
 
Carlos Peraita (Cantabria) sugiere que en su región se conservan palabras “casi propias”, en el sentido de ser peculiares o exclusivas. Por ejemplo,pindio(= empinado),dalle(= guadaña),albarcas(= especie de zuecos),catiuscas(= botas de plástico),llevar a cuchos(= llevar a hombros, sobre la espalda),bocarte(= anchoa fresca). Siento desilusionar a don Carlos, pero muchos españoles de otras regiones utilizan esas palabras, a veces con ligeras variantes, pero con idéntico significado. Me gusta lo depindio, que es una de las pocas voces que riman con “indio”, como sabe muy bien Fray Josepho. De todas formas,pindioestá recogido en elDiccionario del castellano tradicionalde César Hernández Alonso. Quizá el único regionalismo exclusivo sea lo de “llevar a cuchos”. En definitiva, que en Cantabria se habla castellano. Es algo que todos sospechábamos.

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