El riesgo de accidente que corre una persona no es algo aleatorio. Todo es cuestión de las circunstancias que concurren en su situación y su conducta. Los partícipes de una despedida de soltero tienen más oportunidades de sufrir un accidente de coche o una intoxicación. Un deportista que ame el peligro en él perecerá. Un fumador veterano que tome abundantes copas ya sabe lo que le espera. Un viejecillo que conduzca con pocos reflejos acabará accidentado. El negro destino no es seguro; es simplemente más probable. Lo malo es que la noción de probabilidad escapa muchas veces al sentido común.
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