Aunque tengan apellidos italianos, los argentinos son como hermanos. Hay que ayudarles a salir de la sima donde han caído. De nada vale canalizar más préstamos ruinosos. Las empresas españolas dejarán de invertir en la Argentina, visto cómo los tratan. Mientras no cambien “los que mandan” en la Argentina, casi nada se podrá hacer. Quizá haya que poner en Buenos Aires un Gobierno de “cascos azules” de las Naciones Unidas. Mientras tanto, la mejor ayuda es que España abra la mano a la inmigración argentina. El emigrante ayuda inmediatamente a la familia que ha quedado en el país de origen.
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