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Amando de Miguel

Imprecisiones temporales

Es muy común que los españoles adultos lleven consigo algún reloj que mida los minutos y a veces también los segundos. A pesar de lo cual, seguimos empleando expresiones tan difusas como “media mañana”, “mediodía”, “media tarde” o “medianoche”. Es un resto de las “horas” ampliadas que empleaban los romanos. Si queda uno a media mañana, no sabe muy bien qué hora puede ser. Todo depende de cuándo se haya levantado uno. Recuerdo que, al menos en Madrid, el “nivel amarillo” de algunas carreteras se forma ya a las siete de la mañana. ¿Luego la “media mañana” correspondería a eso de las nueve? Nadie lo diría. El acuerdo es grande respecto a que la “mediodía” no coincide con las doce sino más bien dos o tres horas más tarde. El mismo retraso experimenta la “media tarde”; correspondería a la hora de cenar de muchos europeos. Algo nos pasa a los españoles con la capacidad para fijar las unidades de tiempo. Por ese lado estamos cerca de los romanos, antes de que existieran los relojes mecánicos. En cambio, da la impresión de que es imprescindible saber en qué minuto exacto se metió cada gol del partido de fútbol.

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