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Amando de Miguel

Juegos de palabras

Esa técnica de la repetición de sonidos se utiliza mucho en los refranes y dichos populares. Es algo parecido a la musicalidad de los pareados.

Juan J. Carballal disiente de mi propuesta sobre el género gramatical que cabe atribuir a la asociación Opus Dei en el lenguaje coloquial. Apuntaba yo (un poco en broma) que habría que decir "la Opus", y no "el Opus", puesto que esa palabra significa "la Obra". Así la llaman muchos de sus seguidores. Don Juan J. insiste en que su traducción más bien sería "el Trabajo", por lo que requiere el masculino. Cierto es que opus significa trabajo, pero más bien su resultado, es decir, la obra. También se dice en latín opus est (= es necesario, es preciso, es menester). Sospecho que San José María, el fundador, partió más bien de esa expresión voluntarista. Pero es igual lo que aquí discutamos. La gente dice "el Opus" y no hay más que hablar. Así que mi comunicante tiene razón. Lo mío era por discutir un poco, por llevar la contraria, por nadar contra corriente. Me apetece provocar un poco para poder llevarnos la contraria.

Guillermo Fazzio me comunica que en la Argentina los pantalones jeans se llaman vaqueros. Algunos más relamidos dicen yin, que en la fonética argentina se acerca al inglés jeans. Reitero que en España también se prefiere decir vaqueros. No sé por qué no se llaman mineros, ya que ese fue su origen.

José Cuevas se refiere a la palabra guaje (un asturianismo para "chaval, chico, muchacho"). Su interpretación es que esa voz procede de los trabajadores andaluces que subían a Asturias a trabajar en las minas. Tengo yo otra versión. La voz guaje es oriunda de México. Quizá la importaron los indianos que regresaron a Asturias. Desde luego, castellana no es.

Ignacio Frías me hace una disquisición muy ilustrada sobre las fórmulas léxicas que llama geminadas. Son las que repiten una palabra con una leve variación fonética para dar fuerza a una idea. Por ejemplo, "sin ton ni son, de la ceca a la meca, de pe a pa, por fas o por nefas, así o asao, que si patatín que si patatán". Juan J. Carballal opina que no hace falta que para ese viaje acuñe yo lo de palabras asémicas, más que nada porque a veces tienen algún sentido originario. Él propone decir que son "insignificantes". Tiene razón. Bien es verdad que nefas o ceca tienen significados originarios, pero eso no es lo fundamental. La etiqueta de palabras asémicas era más bien para jugar un poco con el lenguaje. Más que voces sin sentido, se trata del juego, un tanto infantil, de buscar parentescos fonéticos. Por ejemplo, el "érase que se era" o el "colorín colorado" de los cuentos de los niños. La verdad, son cosas que ni fu ni fa. Esa técnica de la repetición de sonidos se utiliza mucho en los refranes y dichos populares. Es algo parecido a la musicalidad de los pareados.

Gabriel Ter-Sakarian señala que algunas personas se quedan muy satisfechas cuando dejan caer la palabra epítome como si fuera algo así como paradigma. Quizá ignoran que se trata solo de un añadido a un texto. Añado que el epítome es más bien un texto resumido. Es lo que ahora se llama "resumen ejecutivo". Se dice así porque los ejecutivos o directivos de empresas no leen textos de más de un par de páginas. Sobre la expresión "poner algo negro sobre blanco" enseña don Gabriel que el origen está en el francés. Equivale a ponerlo por escrito de manera enérgica. Lo que no puede ser es "poner blanco sobre negro", como ha oído don Gabriel a algún tertuliano. Bueno, hay textos que así se imprimen por mor del diseño, pero no hay Dios que los lea. 

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