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Amando de Miguel

La cosa es alargar lo dicho

Estamos ante una verdadera manía nacional. Entre dos palabras, se elige la más larga. Las frases, los párrafos, cuantas más palabras, mejor. El resultado es una competición de charlatanes por el premio a la facundia. Después de todo, esta es la tierra del barroco, del plateresco. El lenguaje se contagia de ese gusto por las formas excesivas. No basta con decir “antes”; se prefiere “con anterioridad”. Cuidado que es hermoso el impersonal “llueve”. Sin embargo, se acude a “la lluvia hace acto de presencia”. Tampoco basta con decir que “hace mal tiempo”; parece más fino lo de “amenaza una climatología adversa”. Cuidado que es preciso el verbo “concluir”. En el habla relamida se prefiere la fórmula de “dar por finalizado”. Podría poner muchos ejemplos de la parla cotidiana. La técnica del alargamiento cautiva a los que hablan por la radio o la tele, a los hombres públicos en general. Es la vieja enfermedad del culteranismo, hacer el discurso largo, oscuro y metafórico. De esa forma el que habla presume de culto. Es decir, la vanidad.

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