Menú
Amando de Miguel

La costumbre de los nombres raros

Otro compañero de trabajo de mi corresponsal motrileño se apellida Bastante. Su hijo se ha ennoviado con una gallega llamada Isabel Coito. Comenta el galeno: "Si le pusieran a su primogénito su nombre, se llamaría Amando Bastante Coito".

Gonzalo Díaz Granda (Valencia) relata que su padre conoció en Brasil a un señor cuyo nombre de pila era Prodamor de Manimer. Estaba claro: "Producto del amor de Manuel y Mercedes".

Son innúmeras las coincidencias de esto de los nombres extravagantes. Un médico de Motril conoció a un señor apellidado Alberto. Dos parientes suyos, con el mismo apellido, se casaron y naturalmente al primogénito lo bautizaron como Alberto. Así pues, el hombre pasó a ser Alberto Alberto Alberto. Otro compañero de trabajo de mi corresponsal motrileño se apellida Bastante. Su hijo se ha ennoviado con una gallega llamada Isabel Coito. Comenta el galeno: "Si le pusieran a su primogénito su nombre, se llamaría Amando Bastante Coito".

Un corresponsal anónimo certifica que, en el periodo de instrucción de la mili, en 1985, conoció a un compañero de armas apellidado Bizcocho Borracho. Es uno de esos casos en los que se espera que los padres aceptaran el destino con sentido del humor y le pusieran a su hijo el nombre de Dulcísimo.

José María Iboleón Adarraga recuerda que en Barcelona hubo un gobernador civil llamado Armando Morga. Por otro lado, una conocida de la familia de don José María se apellidaba Jódar Congosto. Parece un personaje de Camilo José Cela, apasionado de la onomástica extravagante.

Germán Antonio Martínez comenta que los llamados aquí "nombres raros" no lo eran tanto en el mundo rural, que es donde se prodigan. "Si el portador del nombre fue alguien respetado y de buena posición, el nombre sonaba bien, pero si, por el contrario, el portador del nombre fue algún desheredado de la fortuna, pues sonaba mal y además no se le ocurría ponérselo a nadie [más]". Respecto a su nombre, don Germán Antonio aduce que, por parte de su padre, lo de Germán suena bien, pero, en el pueblo de su madre, el enterrador se llamaba Germán. Esa asociación ya no es tan buena. Así que lo de Germán Antonio contribuye a mejorar esa asociación.

Un libertario, bajo el nick de Perdigoncb (ya es capricho) repasa la nómina de parientes: Esther, Judit, Rina, Débora, Ageo, Recesvinto (el tío Binto), Tranquilino, Rústico, Esprimenia, Fredesvinda, Joel, Práxedes. Esa lista tan variopinta la achaca el corresponsal a que su tatarabuelo era húngaro.

Alfredo Ramos (Consuegra, Toledo) reconoce que "las ventajas de llevar un nombre singular son innegables". Me sumo a esa observación. A pesar de que el nombre de Amando sea tan extravagante (en sentido estadístico), lo cierto es que tiene sus ventajas. En el pueblo de don Alfredo hay varias familias con el apellido Tabaco. Uno de esos Tabaco se casó con Margarita Rubio, por lo que los hijos van por el mundo con los apellidos Tabaco Rubio. La cosa parece simpática.

Maravilla que un elemento tan fundamental para armar nuestra personalidad, como es el juego de nombre de pila y apellidos, sea algo dado que normalmente no se cambia. En México conocí al hijo de una criada de la casa donde yo paraba, llamado Miguel de Cervantes, aunque no había pasado por el registro civil y su padre no lo había reconocido. El chico era un prodigio de inteligencia y ternura. Espero que haya medrado.

José María Allas Llorente no se asombra de los nombres poco habituales que aportan los corresponsales de diversas partes del mundo. En el pueblo de don José María (Abades) la costumbre es la de poner al recién nacido (o "neófito") el nombre del santo del día. En ese caso la decisión corresponde al párroco. A ese nombre se le suele añadir otro, el del padrino o la madrina. Por ejemplo, la madre de don José María se llamaba Gabina porque nació el día de San Gabino (19 de febrero); pero todo el mundo la conoce por Mónica, su segundo nombre, puesto que el padrino se llamaba Mónico, "aunque tal nombre no existe en masculino. Bueno, no existe o yo no he sabido encontrarlo". Sin embargo, añado que el nombre de Mónica (la madre de San Agustín) procede del griego monakós, que significa "solitario, anacoreta". Puede que sea también la adaptación latina de un nombre púnico, según informa Roberto Faure en su Diccionario de nombres propios. Una de mis primeras oraciones nocturnas de niño es "Santa Mónica bendita / madre de San Agustín / a Dios entrego mi alma / que me voy a dormir".

Don Félix nos cuenta que en Abades no se celebra el día del santo o del cumpleaños por separado ya que coinciden en el mismo día. Ya de paso don Félix aporta una lista de algunos nombres masculinos de vecinos de su pueblo: Arnulfo, Auxencio, Baraquisio, Basílides, Colombano, Fructuoso, Gaudencia, Geminiano, Iluminado, Jesualdo, Leodegario, Lucilo, Meinardo, Mónico, Nilamón, Sábado, Suceso y Temístocles. En femenino: Amable, Aristónica, Asela, Cofratidia, Dilumina, Eudiviges, Elguivia, Eurófila, Eutropia, Fredesvinda, Jovita, Leocrina, Lutgarda, Nicéfora, Nimia, Savina (con uve), Serotina y Volusiana.

En Sociedad

    0
    comentarios