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Amando de Miguel

La pesadilla del nacionalismo

Esa confusión me permite concluir que la clave del nacionalismo catalán –y quizá de todos los nacionalismos– está en un talante áspero, hosco, en definitiva violento.

Xavi Hernández Navarro siente "un poquitín de rabia... a raíz de uno de sus textos marisabidillos, irónicos y ácidamente pedantes" sobre Cataluña. Aunque agradezco su conclusión: "Lo consigue. Es un crack."

Don Xavi se pregunta si yo me propongo "desestabilizar" el orden social al calificar de "nacionalsocialista" al Gobierno de Cataluña. Reconozco que la feliz comparación es de César Vidal y yo la tomo mientras me fumo un puro. Desgraciadamente, la realidad da pie para ese sarcasmo. ¿Pues no es el Gobierno catalán una alianza entre nacionalistas y socialistas? ¿No tienen esos gobernantes ínfulas totalitarias? Apunto el desahogo de don Xavi:

Me da la impresión de que desde determinados medios de la prensa capitalina ya se ha adoptado una especie de cliché para hablar de Catalunya y me da la impresión de que este automatismo hace mucho daño. Se fomenta el odio hacia lo catalán y el odio del catalán hacia lo español. Yo huyo de esas chorradas, pero COPE y cía está consiguiendo que el odio (absurdo) entre las dos realidades crezca. Y precisamente es incoherente. Si lo que COPE y cía quiere es una España UNA, con actitudes como las que defiende día a día tira piedras contra su propio tejado. Piedras, confrontación, odio. Y odio basado, en realidad, en la ignorancia, en los clichés y en los estereotipos.
La crítica de la COPE no fomenta ningún odio. El odio surge principalmente del intento del Gobierno catalán de erradicar el castellano de su territorio, algo que resulta perjudicial para Cataluña y que, por otra parte, será siempre un intento fallido. ¿Cabe mayor estupidez? Qué fácil sería que los padres en Cataluña pudieran elegir para sus hijos la enseñanza en castellano. Qué sencillo sería que en Cataluña hubiera algún medio público, enraizado en esa tierra (autonomía, región, nación; táchese lo que no proceda), que criticara alguna vez a su Gobierno. Veo el futuro de una Cataluña plenamente independiente más cercano al de Venezuela que al de Irlanda, y lo siento.

Att Borja ve en mis artículos sobre el nacionalismo "odio, nervios, prepotencia y totalitarismo e incluso cierto aire antiespañol". ¡Atiza! Concretamente don Att opina que "para muchos como usted, si [el vascuence] desapareciese, mejor". Pues no señor. El vascuence es parte de mi cultura y, por tanto, me interesa que se conserve y que medre. Lo que ocurre es que la política lingüística del Gobierno vasco es el mejor camino para que el vascuence llegue a extinguirse. Y, si eso no se produce (por intervención del Espíritu Santo), en el entretanto muchos vascos van a sufrir todavía más de forma desproporcionada. ¿Cómo no va a preocuparme una cosa así?

Joan Ribalta me comunica que no es verdad lo que dice Nacho Gil, que es imposible entrar en la web de la Generalidad de Cataluña, tecleando www.gencat.es. Don Joan asegura que se puede entrar perfectamente, aunque se aterriza en www.gencat.net. Desde luego, no me hago responsable de lo que afirman los libertarios. Este rincón es para que todos expongan sus opiniones y experiencias. También yo opino, y noto que a don Joan los dedos se le hacen huéspedes.

He de advertir que no contesto aquí más que a las posiciones mínimamente educadas de los nacionalistas. Omito comentar algunas misivas nacionalistas que son almacenes de desprecio y resentimiento. Como dijo aquel ministro catalanista de la Restauración. "¡Nunca nos entenderemos!".

Susana Molledo (Bilbao, Vizcaya) se desahoga: "¡Cómo me gustaría vivir en Valladolid, por ejemplo, y no tener que bajar la voz cuando en un sitio público pronuncio la palabra prohibida: España!". La razón de su malestar es doméstico: "[En Bilbao] es prácticamente imposible matricular a un niño en un Colegio público para que estudie en castellano, con el vascuence como asignatura". Supongo que siempre habrá algún nacionalista que esté dispuesto a redargüir que el testimonio de doña Susana es falso. Pero seguramente ese nacionalista utilizará un seudónimo mientras que doña Susana da la cara.

Maribel Torbek se pregunta por la adecuación de la voz "nacionalista", cuando, referida a Cataluña, significa realmente "independentista". Añade: "Ahí tienen a don Carod para atestiguarlo". Me aclara doña Maribel un curioso acto fallido del ordenador. Al aplicar el corrector ortográfico al texto anterior, sustituyó "Carod" por "Cardo". Esa confusión me permite concluir que la clave del nacionalismo catalán –y quizá de todos los nacionalismos– está en un talante áspero, hosco, en definitiva violento. Por eso el irredentismo (reivindicar otras tierras que hipotéticamente fueron de la nación) suele darse con el nacionalismo. Es el caso de los "países catalanes" y de la buena inteligencia del tal Carod o Cardo con los terroristas.

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