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Amando de Miguel

La retórica del politiqués

El habla pública, perezosa como es, gusta de los adjetivos automáticos, estereotipados. Así, "arma arrojadiza" (que resulta especialmente virulenta), "moneda de cambio" (como si hubiera monedas que no sirven para cambiarlas por cosas de su valor).

No me cansaré de repetirlo. En el habla cuenta la costumbre, no sólo la gramática. No se habla sólo para convencer, sino para aparentar, quedar bien, halagar, presumir, desahogarse, vituperar y mil acciones más. Hay, incluso, una función de juego en el habla que podríamos llamar pública, lo que yo he etiquetado como "politiqués". Recordemos el juego verbal que hizo en su día Zapatero con lo de "la nación española como concepto discutido y discutible". No está mal para ser la nación política más antigua del mundo. Últimamente la vicepresidenta del Gobierno nos ha regalado esta otra pieza: "de forma razonable y razonada". Los políticos de todos los colores declinan muchas veces los verbos en estos tiempos que confluyen en la misma frase: "hemos visto, vemos y veremos". El habla pública, perezosa como es, gusta de los adjetivos automáticos, estereotipados. Así, "arma arrojadiza" (que resulta especialmente virulenta), "moneda de cambio" (como si hubiera monedas que no sirven para cambiarlas por cosas de su valor). Las personas de izquierdas dicen también lo de "las contradicciones internas", como si las contradicciones no fueran siempre internas. También a los de izquierdas les gusta decir "en el seno de" (= dentro de). Otra cosa, los "compartimentos estancos" no pueden ser intercomunicados, por lo que el adjetivo sobra.

El politiqués es amigo de algunos latiguillos que dan tiempo a pensar. Por ejemplo, "a mi juicio" o "a día de hoy".

El lenguaje público gusta de añadir nuevos sentidos a algunas palabras que significaban otra cosa, por ejemplo "conllevar" significaba "sufrir o soportar las impertinencias de alguien". Ahora parece querer decir casi lo contrario: "suponer, implicar, comprender". A veces, el cambio de sentido es simplemente un caprichoso error. Es el caso del "billón" que antes equivalía a un millón de millones y ahora se queda en mil millones. Es, una vez más, la influencia norteamericana que se ejerce especialmente sobre las personas que no saben inglés. Más divertido es lo de "en tiempo real", que quiere decir "de forma instantánea", esto es, en un tiempo irreal por escaso.

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