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Amando de Miguel

Las bromas del lenguaje político

Lo peor del politiqués es que consigue que los políticos de distintos pelajes y camadas recurran a los mismos tics.

El fidelísimo Jaime Lerner me envía un artículo de Silvia Fesquet, publicado en Clarín. En él se recogen nuevas aportaciones al lenguaje político, abundoso en metáforas imaginativas. Por ejemplo, en la economía argentina, comida por la inflación, ese fenómeno ya no es tal sino "tensión en los precios". Los actos de propaganda en los que se echa mano de los delincuentes presos más fieros se denominan oficialmente "actos culturales tendentes a la reinserción". Los criminales más violentos son "muchachos dominados solo por la pasión". Hay que agradecer a nuestros hermanos argentinos que contribuyan tan bien al progreso del politiqués.

Jesús García Castrillo comenta que, con esto del politiqués, "se empieza de bromas y se termina de veras". Aduce que todo empezó con la broma de decir "este país" para no pronunciar el tabú de España. Luego los antiguos falangistas empezaron a presumir de rojos. Más tarde los charnegos de Barcelona que se pasaban al nacionalismo empezaron a considerarse progresistas. De ahí fue fácil considerar la unidad de los españoles como un resto de la dictadura. Las regiones se llamaron autonomías. Dieron en llamar "fachas" a los que no eran comunistas. Se gritó "Gora ETA" porque parecía un lema antifranquista. Supongo que el final es la exaltación de los terroristas. Es en lo que estamos.

Lo peor del politiqués es que consigue que los políticos de distintos pelajes y camadas recurran a los mismos tics. Nos dan así la impresión de que entre ellos se entienden y colaboran en un empeño común. Nada de eso. Cada uno va a lo suyo. Se alían solo en el lenguaje peculiar, que logran extender a la población general.

Me subyuga ese improperio de "facha" que se oye cada vez más. Esa voz existe en español mucho antes de la llegada de los fascismos a la Historia, pero ahora se lanza contra cualquiera que no sea de izquierdas. Se quiere decir que en el fondo es "fascista" o "franquista". Por lo que tengo visto, los que emplean más esos epítetos de "fachas" o "fascistas" suelen ser personas de mentalidad autoritaria, próxima a lo que históricamente fue el fascismo. Que conste que el franquismo, aunque autoritario, fue cosa distinta del fascismo. Ahora bien, la esencia del politiqués es justamente la confusión del lenguaje. Nada más confuso que algunas expresiones que empleamos todos los días, por ejemplo, rescate o prima de riesgo. Da la impresión de que el famoso rescate es algo así como los sueños de El milagro de Milán o Bienvenido Mr. Marshall. Va a haber tabletas electrónicas para todos como caídas de las nubes. No para ahí la cosa, en esas tecniquerías. Nada menos que los de Bildu han dicho que el camarada Sánchez Gordillo (el de la pañoleta palestina) es "un ejemplo de no violencia activa". Menos grave es que todos llamemos "mala gestión" a lo que toda la vida de Dios era "robar". Si es en un supermercado puede pasar como una forma de "protesta simbólica". Nadie puede quejarse de que continuamente suban el precio de las gasolinas si solo se trata de un "céntimo verde".

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