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Amando de Miguel

Lasitud y laxitud

Hace unos días Francisco Umbral dejaba caer que él siempre escribía “lasitud”, pues no debía decirse “laxitud”. Puede que se le haya subido el Cervantes a la cabeza, de ahí las lecciones de gramático. Sin embargo, no hay que hilar tan fino. El castellano admite tanto “lasitud” como “laxitud” con significados similares. Quizá la “lasitud” se acerca más al desmadejamiento, y la “laxitud” equivale a lo eufórico. Los dos palabros son válidos porque del latín se derivan tanto “laso” como “laxo”. Cervantes describe un estado de ánimo como “lasso y descaeido” para indicar relajación. Es bueno para ponerse a escribir.

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