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Amando de Miguel

Lengua y política

Las lenguas como tales no padecen. Los que sufren son los hablantes. Muchos catalanes y vascos van a lamentar la pérdida de un idioma de comunicación internacional, como es el español

Ignacio Trujillo Martínez (Sevilla) razona que el famoso “talante” ha de ser descrito como malo o bueno, positivo o negativo, para que signifique algo. Le doy toda la razón. Cita el de Sevilla al “admirado Tip”, quien decía que uno de sus personajes “era propenso”. Igual de gracioso es sostener que Zapatero “tiene talante”, es decir, disposición de ánimo, si no se especifica en qué dirección. Cierto es que sonríe beatíficamente, pero siempre cede y concede. Así pues, por ese lado su talante sería más bien blandengue, por no decir cobarde. No es una virtud deseable en un presidente de Gobierno. Si los ediles de Cartagena le pidieran la independencia de su cantón ¿dialogaría con ellos, cedería? ¿Aceptaría la petición del burgomaestre de Breda (Holanda) para que el cuadro de “Las lanzas” se donara a esa ciudad? ¿Concedería el derecho de los españoles de origen musulmán a la poligamia? ¿Atendería la petición de las logias masónicas para convertir las vacaciones escolares de Semana Santa en vacaciones de primavera? ¿Se avendría a discutir la posibilidad del matrimonio legal de los españoles con un animal de compañía? Si así fuera, nuestro presidente tendría un talante de cretino. Hay cretinos que no pueden dejar de sonreír. Sin embargo, yo creo que Zapatero es más listo de lo que parece. Hay que tomárselo en serio.
 
Más sobre lo de “zona cero”, mala traducción de ground zero. León Zeldis Mandel (Israel) señala que “el punto cero es donde se cruzan la abscisa y la ordenada y desde donde se miden las distancias. Por analogía, el punto cero de un impacto es de donde se miden los alcances de los resultados”. Está muy bien. Me permito añadir que la malhadada zona cero sería el terreno próximo a ese punto cero en todas las direcciones. Es una imagen muy gráfica.
 
Diego Sánchez Caamaño insiste en que la zona cero responde a esa centralidad de un terreno donde ha explotado una bomba. Habrá que añadir que la imagen sirve para cualquier desastre similar a una gran explosión (un terremoto, el colapso de un edificio, un gran incendio, etc.). El gráfico de los círculos concéntricos, trazados desde el punto cero, nos da una idea muy clara de los efectos de una devastación. La utilidad de ese terminacho es que se desvía la atención de lo fundamental: quién provocó la explosión y por qué.
 
Salvador Fontán comenta el “enésimo artículo” de Alfonso Ussía contra la iluminación navideña del Paseo de la Castellana. Es lo de las tiras de palabras sin sentido. Añade “¿Pero es que nadie se va a dar cuenta que lo de las palabras está en el Paseo de Recoletos, no en la Castellana?” Tiene toda la razón el crítico, pero somos muchos los que confundimos Recoletos y Castellana. Un paseo es la continuación del otro. Son ganas de confundir al paseante. Puesto que estamos en el corralillo de las palabras, no puedo perder la ocasión de decir que el experimento de las palabras locas de Recoletos y Alcalá ha sido una sandez política y un dislate económico.
 
Por una vez, acepto elnickde un contribuyente a este corralillo. Me pide que no mencione su nombre. Así que lo llamaremos Bertrán. Digamos que es un catalán acollonado de lo que se nos viene encima: “la demolición de la nación española, similar a la España de los años treinta”. Añado yo que, por lo pronto, lo que se desintegra es la lengua común. Las lenguas como tales no padecen. Los que sufren son los hablantes. Muchos catalanes y vascos van a lamentar la pérdida de un idioma de comunicación internacional, como es el español.

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