De momento el primer premio del politiqués imaginativo se lo damos al diputado Álvaro Cuesta. En la comparecencia de Aznar ante la Comisión del 11-M (30 de noviembre, 2004), don Álvaro nos obsequió con la explosionación. Es la consecuencia de esa peligrosa derivación: explotar-explosión-explosionar. Ya me he referido a esa cadena de falsos derivados. Da la impresión de que el cauteloso lenguaje político, al decir explosionar, se evade de la cuestión de quién hace explotar las bombas. Marcos Cuevas (Logroño), habitual de este rincón, me recuerda que el famoso explosionar significa también "hacer explosión". Aceptado con tal de que no lleguemos a lo de explosionación y explosionacionar. En cuyo caso habremos pasado del español de uso al politiqués degenerado.
Sirva como contraste la opinión de María Pilar Rodríguez Sánchez (Barcelona) para quien "una cosa explota cuando alguien la hace explotar, y no me gustan otros inventos". El "invento" es el de "explosionar", que, efectivamente, parece que ignora el hecho de que las bombas no explotan solas. Por lo mismo no hay "balas asesinas".
Álvaro Ortíz, geógrafo, me relata un error de bulto en la serie ABC Atlas National Geographic. En el tomo II, referido a España, lo que se destaca es el mosaico de las 17 comunidades autónomas, pero no el conjunto de España como tal. El sesgo es proporcional al tipo de "conocimiento del medio" que se transmite hoy en las escuelas. El medio es el próximo, el de la comunidad (más o menos) autónoma. Y eso que estamos con la globalización y la alianza de las civilizaciones.