Resuena el viejo mito platónico. Los filósofos (ahora diríamos los científicos) deben participar en el gobierno de la república. Varias veces se ha querido realizar ese principio. Por ejemplo, con el despotismo ilustrado del siglo XIX, con el régimen de Porfirio Díaz en México. Precisamente a esos altos asesores Porfirio los llamaba los “científicos”. Hoy serían también los expertos. Sin volver a los precedentes, el gobierno actual necesita una mayor presencia de los que tienen conocimiento de las cosas. El político decide la opción más eficiente y equitativa. Pero el científico le da los datos. Ese es el buen principio.
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Libro