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Amando de Miguel

Los medios median

Javier Rodríguez Val se queja de este titular de La Razón: "El etarra fue juzgado por un coche-bomba en Rosas que mató a un agente". Es evidente la sindéresis: un coche-bomba no puede juzgar a nadie; tampoco puede matar a nadie.

Agustín Fuentes se queja de ese periodismo córvido que consiste en que los reporteros se lanzan inmisericordes sobre las víctimas de una catástrofe. Se refiere al accidente de Spanair del pasado agosto. Es "un espectáculo de descarne de intimidades y miserias que son vergüenza". Añado que, en el accidente de Spanair (ahora olvidado), por lo menos se llegó al acuerdo profesional de no exponer los cadáveres a la vista de los telespectadores. Aun así, veo la cosa un poco farisaica, pues, cuando se trata de cadáveres de países o de personas pobres, sí se pueden mostrar por televisión. Una norma igualmente discriminatoria es que en las noticias de la tele puede aparecer una mujer con los pechos desnudos con tal de que sea de raza no blanca y de algún país lejano. Son normas extrañas.

Javier Rodríguez Val se queja de este titular de La Razón: "El etarra fue juzgado por un coche-bomba en Rosas que mató a un agente". Es evidente la sindéresis: un coche-bomba no puede juzgar a nadie; tampoco puede matar a nadie. Peor es lo del "tiroteo" que se entabla entre los terroristas armados y las victimas que no lo estaban, según el ministro del Interior. Claro, en ese caso el "tiroteo" se produjo en el exterior. Volviendo al titular. Hay que comprender la necesidad de condensar al máximo las frases en el ejercicio periodístico. Se recordará que la "princess Diana" pasó a ser en los periódicos "lady Di", un título y un hipocorístico inventado. Pero, como "princess Diana" tenía que ir con titulares gordos no cabían tantas letras. El infeliz titular de La Razón podría haber sido así: "el terrorista fue juzgado por el delito de asesinar a un agente de policía en Rosas mediante un coche-bomba". No me gusta lo de "etarra"; es darles una dignidad que no tienen. El sufijo –arra sirve para establecer gentilicios honrados.

José Mª Navia Osorio me envió hace tiempo este comentario que tenía yo traspapelado:

¿Qué opina Vd. del famoso vídeo falso de Wyoming? Quizá no lo conozca porque el personaje no es de los que merece la pena seguir pero como el vídeo ha aparecido en tantos sitios es difícil no haberse enterado. En el vídeo se ve al tal Wyoming abroncando con el peor estilo a una pobre chica becaria que entró en el plató sin llamar. Al día siguiente dijo que todo había sido un montaje. A mí me da la impresión de que no ha sido ningún montaje sino la triste realidad porque después de que la chica huye del plató el individuo continúa protestando en el tono más barriobajero posible. Si se trata de un montaje no sé qué provecho se espera sacar de semejante demostración de zafiedad. A lo mejor se supone que su audiencia es de tal degradación moral e intelectual que es un estilo que le resulta agradable. Es posible porque la degeneración de la sociedad española avanza a la velocidad de un avión en picado.

Poco más puede decir. Si el famoso video fue publicidad del payaso de Wyoming, peor para él. Si fue verdadero, podría ser denunciado ante los tribunales, y lo que es más grave, ante la opinión pública. Es el epítome de la televisión-basura. Si fuera un montaje, todavía peor. Lo siento por la pobre chica que actuó de cobaya. La degradación a la que se llegó con ese vídeo no puede ser mayor. Rectifico, puede ser mayor, conociendo al personaje.

Claudio Verdú comenta una perla cultivada de la agencia EFE. La publicaron los periódicos en mayo de 2005. Se refiere a un ladrón de perros en la capital de Camboya. El ladrón era reincidente hasta que los vecinos, exasperados, "lo fueron a buscar, lo atraparon y lo lincharon hasta que expiró". Don Claudio comenta que el periodista podría haber escrito: "lo lincharon hasta que la víctima dijo basta". Añado de mi cosecha que el famoso juez Lynch seguramente nunca existió. Fue una figura arquetípica y legendaria de la conquista de la frontera norteamericana. En todo caso hubo un tal juez Lynch, pero en la Costa Este y que no dio carta blanca a los linchamientos (= ahorcamientos sin sentencia judicial). Más general en nuestro tiempo es el linchamiento moral (no hace falta expirar) cuando alguien se ve sometido a la picota de la prensa desalmada.

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