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Amando de Miguel

Macedonia de voces

Javier Aymerich me pregunta por qué "rïela", en el famoso verso de Espronceda, va con diéresis. No es una diéresis ortográfica sino poética. Consiste en hacer que "riela" tenga tres sílabas (ri-e-la) para así escandir un verso octosílabo como manda el reglamento. Don Javier aprovecha para aportar un término que andábamos buscando. Se refiere a la acción de tirar piedrecitas planas al agua para que, al tocar la superficie, reboten varias veces. Él dice que eso es "hacer ranitas". Gracias por la aportación. A don Javier no le gusta lo de chao para despedirse. Es un italianismo, claro está (ciao). Tiene la ventaja de que es corto, sonoro y que ha entrado mucho en el ambiente juvenil, quizá por las películas. Desde luego, es patente la decadencia del adiós (apócope de "queda con Dios"). En la práctica se ha sustituido por un confuso "Ta’logo" (hasta luego).
 
Juan Bru expresa una rara curiosidad: ¿Cómo se llama el animal que ingiere carne humana? Para mí que simplemente es un carnívoro. No creo que los animales carnívoros anden con muchos melindres si tienen a mano carne humana. En cambio, en nuestra cultura mantenemos un cierto tabú que nos impide comer carne de un animal carnívoro. Los judíos y los musulmanes incluyen en esa prohibición el cerdo. Realmente el cerdo es carnívoro o puede serlo. En cuyo caso, bien puede haber comido carne humana. De ahí la prohibición.
 
Olivia Corniero (Madrid) interviene en la polémica sobre los ordinales. Propone una transaccional que dicen los políticos. En lugar de "quincuagésima edición" o de "edición cincuenta" sugiere "edición número cincuenta". Se acepta para salir del paso. Algo así hacemos cuando nos referimos al "número uno", en lugar del "primero".
 
Gonzalo Ruiz me recuerda la escena en un hospital. Entra la enfermera para tomarle la tensión y la temperatura. A esa rutinaria función la denomina "medir las constantes vitales". Don Gonzalo se pregunta si no sería mejor decir "variables vitales", puesto que varían de una a otra medición o de uno a otro enfermo. Es cierto que se trata de variables. Pero la idea es que se miden para ver si los resultados están dentro de un margen estadísticamente normal. Es esa constancia ideal lo que determina la homeóstasis o equilibrio corporal. En cuanto se sale de ese margen, se enciende la alarma. Luego no está mal que nos refiramos a las "constantes vitales". Quizá la enfermera en cuestión sea un poco redicha, pero no se equivoca.
 
Fernando Rodríguez Fernández (León) desea saber de dónde viene esa manida expresión de "servir un vino español" y si se debe escribir con mayúsculas. No me pega que deba merecer las mayúsculas, pues no llega a la categoría de institución. La expresión se ha utilizado mucho, aunque cada vez menos. Lo lógico sería apelar a un título más genérico: piscolabis, tentempié, cóctel, bebidas, aperitivo. Es raro que cuando se anuncia que se va a servir un "vino español" se presente solo esa bebida. Lo normal es que se sirvan distintas bebidas (vino, cerveza, destilados, refrescos) y algo para picar. Lo de que el vino tenga que ser "español" es un resabio nacionalista poco procedente. Normalmente, las otras bebidas también suelen ser españolas o, en todo caso, europeas. Pero la adscripción geográfica resulta un tanto rebuscada. Aun así, se acepta lo del "vino español" como un genérico de cortesía. Tiene más sentido si el cóctel lo da una embajada de España o cualquier otra representación española en el extranjero.
 
Sobre la expresión "dar sopas con honda" Nuria Morales me cuenta una divertida historia. Es la de los famosos honderos baleares. El método para adiestrarse era el de colocar la cena (un recipiente con la sopa) en una rama de árbol. O la tiraban a cantazos o no cenaban. Lo digo como me lo cuenta doña Nuria. A saber…

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