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Amando de Miguel

Más sobre el politiqués

Jesús Cotta se define como “denostador del politiqués, como usted dice”. Ya somos dos. Me surte de algunos nuevos ejemplos de ese dialecto vivo que por todas partes nos cerca. Por ejemplo, dice don Jesús, que ahora cunde lo de “preembrión”, para designar al embrión humano de menos de 15 días. Don Jesús da en el clavo. Llamándolo así, “preembrión”, parece que da menos pena liquidarlo. ¿Es que un embrión de 14 días puede ser algo distinto de un embrión de un mes? Realmente, estamos ante un abuso de esa partícula “pre”, que significa anterior o antecedente. Así se habla de precondición (como si las condiciones pudieran no ser anteriores al acto), precontrato (que ya es un acuerdo), precampaña (anterior a la campaña electoral). Hay más: preacuerdo, prejubilación, etc. Casi siempre son formas eufemísticas o remilgadas de hablar. El mismo Jesús Cotta me advierte de la irrupción de una nueva moda: el pasar por: “La creación de una comisión para por el consenso, etc.”. Es la técnica de alargamiento de las frases del politiqués, que así resultan edulcoradas. No hay que pasar por (consentir; eso está bien) tales caprichos.
 
Disiento, en cambio, de la opinión de don Jesús al rechazar “el manido adjetivo judeocristiano. Siempre que se usa es para denostar lo judeocristiano. Además, su uso es tan absurdo como lo sería decir derecho etruscorromano”. Hombre, no. Los etruscos pasaron y se impuso lo romano al mundo entero de su tiempo, desde luego, en el Derecho. Pero los judíos no pasaron y sobre ellos se renovó la tradición cristiana. La Pascua es una celebración judía y luego cristiana. No es denigrarla si la consideramos judeocristiana. Entre otras razones porque todos los personajes de la Semana Santa (excepto Pilatos) son judíos.
 
Juan José Rodríguez Gago, de Gran Canaria, me reprocha que escribiera yo aquí reír sin acento. Insinúa mi crítico que el error fue del mecanógrafo, no mío. Me parece que fue mío y muy mío. Algunas veces incluso Homero se echaba una siestecita. Menos mal que permanecen vigilantes los lectores de esta seccioncilla.
 
A Carlos Cotta, asiduo corresponsal, le molesta lo de “estudianta o clienta”. Él mismo transige con “sirvienta o asistenta”, pero no pasa por lo de “amanta”. ¿Qué hacemos, entonces, con ”la parienta”, el madrileñismo para “esposa”? ¿Y la Regenta de Vetusta? Bien es verdad que era la mujer del regente o magistrado. Lo mejor será guiarse por el oído. Un atlante siempre será un gigantón, pero ayudanta no está mal, si el puesto lo ocupa una mujer. Como es natural, la parturienta siempre será una mujer. ¿Pues no decimos “el Príncipe y las Infantas”? Por lo mismo, se podría admitir vigilanta cuando es una mujer la segurata. El asunto merece ser discutido. Para eso estamos aquí, en este rincón de curiosos. Desde luego, ni Llamazares dice lo de “militantes y militantas”.
 

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