La lengua es una cosa viva. Nacen y mueren palabras continuamente. Es curioso, pero nadie se lamenta de los óbitos, pero los nacimientos se reciben con gritos de protesta.
Vamos a abrir aquí un concurso de neologismos sarcásticos o simplemente ingeniosos. Alguna vez he empleado lo del coma-andante para referirme a Fidel Castro. Juan Carlos Harto (Jerez de la Frontera) acuña nazi-onanismos para referirse a los nacionalismos españoles. Alejandro Chacón Auge (La Coruña) expresa su malestar por la voz turismo aplicada a lo que corrientemente se llama coche. Cuidado que es universal ese vehículo y la poca gracia que hemos desplegado para darle un nombre apropiado. Coche era ya el de caballos. Automóvil es una voz demasiado larga. El apócope auto no dice nada. Carro era el de los bueyes. Turismo es voz multívoca. La mayor parte de los “turismos” no se emplean para hacer “turismo”. Tiene razón don Alejandro. Hay que buscar una palabra universal, a ser posible monosilábica. ¿Y si dijéramos car, como decimos bar? Protestarían los anglófobos, ya lo sé. Pero lo de turismo no va a prosperar.
Ramón Freire (El Rompido, Huelva) se resigna a que llamemos móvil a lo que los italianos designan, con mayor gracia, telefonino. Digo yo que por lo menos podríamos generalizar lo de telefonillo. En cuyo caso, ¿cómo queda el teléfono fijo, el que se enchufa a la red? Ramón Freire propone llamarlo inmóvil. Ahí lo dejo.
Un neologismo muy actual es el de copago. Se emplea, por ejemplo, para decir que los jubilados que ahora tienen gratis las medicinas tendrían que aportar una parte simbólica de su coste. A Joaquín Rodríguez le parece mal esa expresión. Según él, habría que decir repago, pues lo que parece gratis lo pagamos a través de los impuestos. Es cierto, pero también hay otros muchos servicios que pagamos con los impuestos y que admiten una pequeña contribución del usuario. Es el caso del transporte público urbano o la enseñanza pública. Ahí no se llama copago; simplemente se abona el precio (político) del servicio. El bonobús, la matrícula escolar son formas de copago. El término no es muy feliz, de acuerdo, pero la idea está clara.