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Amando de Miguel

¿Neologismos o tontería?

Roger Sánchez Miralles me envía la siguiente duda por la posta electrónica: “¿Cuál es su opinión sobre la utilización en las señales de tráfico [en Madrid o aledaños] de los términos A Coruña o Lleida cuando todavía uno está a 400 kilómetros de allí? ¿Por qué A Coruña y no France, o por qué Lleida y no London?“. Le voy a decir por qué. De esa forma, al no traducir oficialmente el topónimo, se está menospreciando el catalán o el gallego. Es justo lo contrario de lo que se pretende al promover esa estúpida reforma de las indicaciones de tráfico. ¿Por qué las señales de tráfico pueden decir Saragossa en Barcelona y haya que poner Lleida en Madrid? Muy sencillo. El castellano se deja traducir mejor como idioma de comunicación internacional que es, lo mismo que el francés o el inglés.
 
            Enrique Savoini se queja de algunas innovaciones léxicas del lenguaje deportivo. Por ejemplo, visionar por “ver” y probaturas por “pruebas”. Realmente, lo de probaturas resulta malsonante, aunque lo acepten los diccionarios. Mejor sería probaduras, que se utiliza para las pruebas del condumio. Me temo que lo de visionar ha arraigado y no sin fundamento. Visionar es ver imágenes a través de la televisión, el vídeo, el móvil o cualquier otro artilugio parecido. Es una acción peculiar que necesita un vocablo propio.
 
Hablando de electrónica, Fernando Arcocha me plantea la duda entre “decodificador” o “descodificador”. Estoy con “descodificador”, aunque los diccionarios recogen las dos formas.
 
He hablado del lenguaje deportivo plagado de neologismos y barbarismos. La razón es que, si no inventara palabras, las crónicas deportivas serían muy reiterativas. Un partido de fútbol es muy parecido a otro partido de fútbol. Hay que buscar nuevas expresiones para evitar la monotonía. De ahí la profusión de atrevidas metáforas y otras figuras retóricas. Ángel García G. me comenta con tino algunas de ellas. Por ejemplo lo de “Raúl anotó dos goles y sandeces parecidas, como si el futbolista llevara una libreta en el bolsillo”. Peor es la moda de considerar que el verbo “entrenar” ha dejado de ser pronominal. A don Ángel le parece una falta de lógica. Tiene razón. Otras expresiones malsonantes para mi corresponsal: iméil, violencia de género, han habido. Las dicen sin empacho hasta los portavoces de altas instancias políticas. Los lectores habrán visto la última propuesta que yo hago para el cotidiano e-mail o iméil: posta electrónica. No cuajará, pero ahí queda. Ya oigo los gritos (electrónicos) de mis pulcros lectores.
 
Francisco Murcia lamenta “ponerse en plan purista” y me reprocha una “pequeña incorrección”, la de poner el alma máter. Según él, quiere decir “la materia del alma”, por lo que tendría que decirse “la alma máter”. Gracias por el entusiasmo purista, pero no tiene usted razón, don Paco. Nada de “la materia del alma” sino “la madre nutricia”. Alma es adjetivo: lo que alimenta. Por otra parte, aunque el sustantivo “madre” es femenino, se debe decir “el alma máter” para evitar la cacofonía. De forma parecida decimos “el arte poética”, por mucho que el “arte” sea palabra femenina. Aun así, don Paco, gracias por el esfuerzo y el mimo que supone su posta electrónica, enviada a las tres de la madrugada. Ya es afición.
 

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