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Amando de Miguel

Nombres propios, apropiados y extravagantes

El nombre compuesto con guioncillo también da mucho lustre en español. Da un aire de diplomático a los apellidos.

Luis Lebredo (Redlands, California, USA) comenta:

Me sorprende que ese señor Pedro Stalin Posadas Alejos, de Yaritagua, Venezuela, que hace la pregunta sobre dichos y frases hechas no se haya suprimido ese Stalin como segundo nombre, a menos que sea para hacer meritos con Chávez. Y me extraña que usted haya dejado pasar la ocasión de decir algo al respecto. Mi felicitación por su próxima estancia en San Antonio, Texas. Se divertirá enseñando... y aprendiendo el español de los mexicanos locales.

Gracias por la felicitación. Espero deleitarme con el español de lo que fuera Nueva España. Sobre el sobrenombre de Stalin (= acero, creo) de don Pedro, allá él. En España algunos hijos de progres se llaman Pablo (por Pablo Iglesias, fundador del PSOE), Ernesto (por Guevara) o Vladimiro (por Lenin). Las leyes civiles permiten alterar los nombres cuando son infamantes, pero llegan a ser parte de la personalidad de los sujetos que con ellos se cristianizaron, aunque el verbo no cuadre mucho en los casos citados.

Antonio Grande (Cádiz) ha tenido la curiosidad de apuntar el nombre de un candidato llamado "Austreberto García Sánchez". Comenta: "el nombrecito se las trae", aunque también "se las trae el de la Teófila" [la alcaldesa de Cádiz]. Añado que Teófila significa "amiga de Dios". Después de todo, Cádiz forma parte de la Tierra de María Santísima. Austreberto quiere decir "brillo del oriente" o algo así.

Raúl de Gasteiz me comunica el nombre de un vecino suyo: Ausencio. En latín era Auxentius (= el que crece).

Seguimos con la lista de extraños nombres propios. Juan Manuel Pereira Pombo, pediatra, anota el nombre de un niño que viene a la consulta: Cristina de Dios Negro. También registra estos dos nombres, Izan y Olaf, que, leídos al revés, no son muy recomendables.

Rolindres Abril trata de averiguar el origen y significación de su nombre de pila. Para mí que es la versión asturiana del femenino de Roldán. En francés es Roland y en italiano Rolando. Hay una santa Rolanda, hija del rey franco Desiderio, en el siglo VIII. Podemos concluir que Rolindres es la versión asturiana de esa Rolanda.

Alfredo Llaquet-Alsina duda entre ponerse o no el guioncito entre sus dos apellidos. Se decide por esa coquetería para que los americanos no se crean que Llaquet es una especie de segundo nombre de pila. Me parece muy bien. Mi amigo Francisco Marcos-Marín, el insigne lingüista, también ha tomado la misma decisión por una razón parecida. En el mundo anglosajón da mucho prestigio tener un apellido compuesto de dos nombres unidos por un guión (hyphen). Una persona hyphenated presume de ser de origen europeo o de tener ascendencia aristocrática. A veces puede parecer un rasgo afrentoso cuando el que lo juzga menosprecia a los extranjeros. El nombre compuesto con guioncillo también da mucho lustre en español. Da un aire de diplomático a los apellidos.

Félix Burgos me recuerda que, no solo los militares, sino los obispos son mencionados habitualmente por los dos apellidos. Entiendo que es por las mismas razones. La fundamental es que, tanto un coronel como un obispo, forman parte de un escalafón, un cuerpo. En cambio, he observado en los hospitales que al paciente lo llaman por el nombre de pila. Esa familiaridad contrasta con el tratamiento de "doctor" que reciben automáticamente los médicos, sean o no doctores universitarios.

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