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Amando de Miguel

Oficialmente no hay locos

Las enfermedades mentales suelen ser incurables o por lo menos de larga duración. Es evidente el coste desproporcionado que supondrían para la Seguridad Social. Así que se cerraron los manicomios. Los locos, a la calle. Ya no hay locos. En todo caso, hay “ciudadanos y ciudadanas con necesidades de atención especial”. Pero de nada vale la educada perífrasis. El vecindario sabe muy bien que sigue habiendo orates, como toda la vida de Dios. Lo malo es que, como están sueltos, pueden ser peligrosos. Pero está feo el señalar. Se consideran raros. Están en todas las profesiones. Un ejemplo, Javier Arzallus.

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