El franquismo vertical lo intentó. Los obreros pasaban a ser “productores”, palabra que a principios de siglo más bien aludía a los empresarios. La pirueta no funcionó, pero los obreros fueron pasando poco a poco a la consideración de trabajadores o empleados. Pues bien, ahora estamos con otro experimento de transmutación. A los empleados se les llama “agentes”, “asesores”, incluso “asociados” o “socios”, aunque sigan siendo asalariados. Claro que las empresas son ahora “operadoras”. Es claro que un asesor no puede ir a la huelga contra su operadora. Ambos descubren que tienen los mismos intereses. Es otra vez el verticalismo, solo que ahora el Estado es más rico y puede dar mejores subvenciones. Donde quiera que estés, Pepe Solís, vuelve. No te pierdas el espectáculo.
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