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Amando de Miguel

Otras formas de retórica

La famosa arroba era un signo comercial para indicar "a tanto la unidad". Acaso sea el signo más utilizado hoy. El correo electrónico se ha convertido en nuestra verdadera seña de identidad.

A lo largo de esta seccioncilla repito muchas veces lo de la "retórica". No me refiero a su sentido del lenguaje formal con muchos adornos. Retórico es cualquier recurso en el habla cotidiana que se salga de la estricta norma de austeridad. Todos somos retóricos en variada medida. No hablamos solo para comunicar algo sino para convencer, para expresar nuestros sentimientos, para defendernos, para proyectar nuestra imagen más favorable.

Aquí he comentado que el lenguaje no es solo el de las palabras sino el de los gestos, el movimiento del cuerpo, la postura de las manos. Sebastián Romero Fuster me corrige: el gesto de cerrar el puño y levantar el dedo índice y el meñique no es como yo decía, sino el insulto de "poner los cuernos". Yo lo confundía con el otro gesto de cerrar el puño y adelantar el dedo central. Ahora no sé cuál es el gesto de "hacer la peineta" o "la peseta". Se me olvidó añadir más gestos con las manos. Por ejemplo, es famoso el del torero Luis Miguel Dominguín, quien, después de la faena, levantaba el brazo en forma de saludo con el dedo índice enhiesto. Quería decir al público que él era el número uno. Resulta muy entrañable ese gesto que hacen los norteamericanos cuando escuchan su himno nacional: se colocan la mano abierta sobre el pecho a la altura del corazón. Los españoles no sabemos qué hacer cuando suena el himno nacional. Lo correcto sería ponerse en posición de firmes con los brazos pegados al cuerpo. Casi nadie lo hace; menos, los jugadores de fútbol. Supongo que esas cosas ya no se enseñan en las escuelas, donde seguramente ya no se oye el himno nacional. En mi colegio lo tocaba el organista en el momento de la elevación en la misa. Al tiempo se rendían las banderas, la española y la del colegio. Definitivamente, pertenezco a otro siglo, aunque tampoco sea la época de la pérgola y el tenis.

Pilar Ruiz me pregunta por la constancia con que se repite el interés del 5% al hablar de inversiones o de deuda pública. No me he fijado en esa constancia. Quizá se deba a un resto milenario, cuando la humanidad contaba con los dedos. De ahí la constancia del número 10 o del 20. Todavía conocí yo una Inglaterra en la que la libra contenía 20 chelines. Una milla son 20.000 pasos o yardas. La constancia del 20 es porque representa el número total de dedos en los pies y en las manos. Los franceses, para decir "ochenta", dicen "cuatro veces veinte", que ya es rebuscado. Pues bien, un 5% no es más que un dedo de veinte. Por eso aparece como un entero mínimo y comprensible.

José María Sánchez Galera comenta la moda de la letra k, tan alejada de la tradición latina. Unamuno ya decía que la manía de escribir el vascuence con abundancia de esa letra era una pura estulticia e ignorancia. La razón es que, durante siglos, el vascuence no fue lengua escrita. Cuando se empezó a escribir lo hizo con el alfabeto latino, en el que la k es una letra griega muy rara. Así pues, lo de inferir que los antiguos vascos escribían su idioma con la k en lugar de la q es una sandez. Otra rareza que señala don José María es que el sonido de la "ji" griega en español lo transcribimos como "chi". Se trata de un mimetismo del inglés o del francés, donde no existe el sonido "ji". Así pues, la "ji cuadrado" de los estadísticos no tiene por qué ser "chi cuadrado". Añade don José María, entre otras interesantes menudencias, que los signos & o @ son medievales, abreviaturas de conjunciones. Añado que, efectivamente, el garabato & no es más que el "et" latino, pero la famosa arroba, @, era un signo comercial para indicar "a tanto la unidad". Acaso sea el signo más utilizado hoy. El correo electrónico se ha convertido en nuestra verdadera seña de identidad.

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