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Amando de Miguel

Palabras dudosas

Me da dentera eso tan moderno de "poner en valor". Siempre hemos dicho "valorar". Otro día hablaré de los neologismos o anglicismos de los economistas. Esos palabros pseudotécnicos nos rodean por todas partes.

Etsuo Tirado Hamsaki (México) me dice que en su país prolifera ahora la palabra "colonia" para denominar a los barrios, sectores o fraccionamientos (urbanizaciones) de las ciudades. Incluso se dice "colonia centro" para indicar el casco central o primigenio de la ciudad. Añado que en Madrid estuvo de moda antes de la guerra civil la palabra "colonia" para designar a los barrios alejados del centro. Se diseñaban normalmente con alguna dotación vegetal y con casitas (hotelitos, dicen los madrileños) individuales. Todavía hay en Madrid unas cuantas colonias, ahora integradas en el casco urbano, herederas de los antiguos barrios residenciales. No me parece una palabra extraña. En México DF se utiliza más, según mi recuerdo. Desde luego, queda raro decir "colonia centro", lo que en los Estados Unidos es "downtown". Yo vivo ahora en una urbanización que se hace llamar "dominio", una palabra que me parece altisonante y que a mí me da un poco de vergüenza. Quizá sea una adaptación del "condominio" de los yanquis.

Juan José Carballal opina que lo de "talibán" para el plural no le parece razonable. Como argumento, suscita la duda metódica de cómo decir "si comemos espaguetis, espagueti o spaghetti". Es evidente que en español el plural es "espaguetis". Bueno, me ha convencido. Habrá que pasar a decir "talibanes" en plural. Me quedo muy tranquilo cuando me convencen para que cambie de opinión. Pero que conste que a los "grafiti" seguiré llamándolos los "grafitos". Una cosa por otra.

Joaquín Fanjul se apunta a la moda de seleccionar la palabra más hermosa del español. Es un capricho, pero puede ser un buen mecanismo de proyección. A don Joaquín le gusta especialmente "cantamañanas". Dice que es "eufónica, descriptiva, precisa". Añado que la podríamos incorporar al inglés como "singingmorning" o "morningsinger". Es una voz que proviene de mezclar dos expresiones castizas: "cantar las 40" (de un juego de cartas; significa osadía, orgullo, triunfo) y la más antigua "¡ya cantó mañana!" (= no va a hacer lo que dice; algo despectivo para el presuntuoso). Quizá se acople también la serenata de "las mañanitas que cantaba el Rey David". Nunca supe por qué el Rey David se aficionó a cantar por la mañana. Puede que el cantamañanas sea algún pájaro molestón.

SP de Miguel me envía toda una lección filológica para demostrar que no se debe decir "presidenta, estudianta, independienta, pacienta, dirigenta", etc. sino las correspondiente voces terminadas en <-ente> para los dos sexos. Tampoco hay que ser tan rígidos. Cierto es que algunas de esas voces chirrían un poco, pero puede que con el tiempo se dejen decir. El castellano no aborrece siempre las palabras terminadas en <-enta> para la versión femenina. Por ejemplo: "asistenta, parienta (la "esposa" en castizo), penitenta, sirvienta", etc. Del Regente de Oviedo, en la novela de Clarín, nadie se acuerda, pero la Regenta se hizo famosa. No es lo mismo "cenizo" que "Cenicienta", el "pimiento" que la "pimienta", el "tormento" que la "tormenta". El matrimonio del "guarda" y la "guardesa" da en plural "los guardeses". Es una voz muy madrileña.

Tampoco quiero pecar de osado al aceptar neologismos. Por ejemplo, me da dentera eso tan moderno de "poner en valor". Siempre hemos dicho "valorar". Otro día hablaré de los neologismos o anglicismos de los economistas. Esos palabros pseudotécnicos nos rodean por todas partes. ¿Qué diablos serán los "puntos básicos" para referirnos a la relación de los intereses de nuestra deuda respecto al modelo alemán? ¿Hay puntos que no sean básicos? ¿Por qué la deuda pública ahora es "soberana"? Hablando de economistas, nada tan divertido como el título de un libro reciente. Se llama "Lo que hay que hacer con urgencia" (se entiende, para salir de la crisis). El autor colectivo es "Juan Velarde y 32 economistas importantes de España". Es decir, al parecer, Juan Velarde no es un economista importante de España. Sospecho que muchos Por otro lado, los autores de un libro no deben autotitularse como "importantes". A pesar de lo cual, me dispongo a chapuzarme en ese libro, que me parece extraordinario.

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