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No hace falta traducir per cápita (por cabeza, por habitante). Es una razonable medida estadística cuando se desea comparar algún dato colectivo. No siempre se utiliza, lo que lleva a manifestar imprecisiones. Por ejemplo, todos los días los medios de comunicación nos señalan que determinados fenómenos se dan más en Cataluña, Madrid y Andalucía. Se pueden referir a los accidentes laborales, el número de viviendas construidas o el de parados. El dato es real, pero engañoso. Cualquier fenómeno colectivo destaca en las tres comunidades dichas simplemente porque son las más populosas. El mismo dato sería distinto y mucho más preciso si lo diéramos en términos per cápita. Cuidado que es sencillo el cálculo, pero la pereza estadística es proverbial en los periódicos.

A veces se debe practicar una operación similar en relación a la base lógica del fenómeno que se analiza. Por ejemplo, los accidentes de tráfico deben relacionarse con el parque de vehículos. En definitiva, puede que las comparaciones sean odiosas, pero sobre todo cuando están mal hechas.

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