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Amando de Miguel

Políticos del tres al cuarto

Cuando en España hay "primarias", se puede advertir, paradójicamente, que se refuerza la ley de hierro oligárquica de los partidos. El caso de Asturias resulta paradigmático, como suele decirse ahora.

Desde que nos conocimos personalmente, José María Navia-Osorio me escribe todavía con más asiduidad, con más ganas y con asuntos cada vez más trascendentes. Ahora se desahoga con la cuestión de la candidatura de Paco Cascos para la presidencia del "gobierno regional de Asturias" (así lo dice mi corresponsal). Parece ser que la directiva regional del PP se opone a esa candidatura "porque el 70% de los militantes no quieren a Cascos". Duda mucho mi compadre de que esa apreciación sea correcta. (Añado que, por el mismo precio, podían haber dicho "el 80%". Es más efectista). Concluye, desolado, el de Oviedo que "en Asturias no ha entrado la democracia".

Toma, añado yo, ni en el principado de Asturias ni en el reino de España. Nos creemos que la famosa democracia interna de los partidos se asienta en la institución de las "primarias" para escoger a los candidatos que van a concurrir a las elecciones. Nada de eso. Antes bien, las "primarias" son una apariencia de democracia interna de los partidos, cuando en España los partidos son maquinarias oligárquicas perfectas. Las elecciones primarias son una típica institución norteamericana precisamente porque en ese país los partidos son solo organizaciones efímeras en vista de las elecciones. Recuérdese que en la Constitución de los Estados Unidos ni siquiera estaban previstos los partidos políticos. Todavía hoy no existen como en Europa, es decir, como organizaciones permanentes, encargadas de una selección continua de los candidatos. Por eso mismo, en los Estados Unidos se ven obligados a establecer las "primarias" como alternativa democrática para la selección de los candidatos. Pero en España esa institución es un mimetismo espurio, uno de los usos importados de los Estados Unidos sin mayor escrutinio. De tal forma es así que, cuando en España hay "primarias", se puede advertir, paradójicamente, que se refuerza la ley de hierro oligárquica de los partidos. El caso de Asturias resulta paradigmático, como suele decirse ahora. Habrá "primarias" en el PP asturiano y con ellas se acentuará el tirón oligárquico. Esa es mi impresión por lo que cuenta mi corresponsal de Oviedo. En Madrid sabemos algo de eso.

Mi primo Pepe Escuder es más bien un caballero andante, no un escudero. Como tal, se siente armado de un talante tan español como es el arbitrismo. El hombre tiene la solución para la famosa crisis económica. Resumo algunos puntos de su proyecto: (1) Supresión de no sé cuántos ministerios y organismos públicos inútiles. (2) Anulación de la pensión vitalicia de algunos altos cargos. (4) Obligación de que los políticos corruptos devuelvan el dinero afanado. (5) Reducir drásticamente el número de coches oficiales. (6) Anular las tarjetas de consumo de los altos cargos. (7) Echar a la calle a todos los cargos a dedo. (8) Acabar con muchas subvenciones perfectamente prescindibles. Estoy de acuerdo e incluso me parece que mi primo se queda corto.

César Blanco Castro se alarma con la fuerza de algunos neologismos hipócritas. Por ejemplo, ahora llaman "trabajadores desempleados" a los parados, con lo cual resulta que "todos somos trabajadores". Estoy de acuerdo. Se abusa mucho de la excelsitud del "trabajo". Sin ir más lejos, cuando los gobernantes insisten en que "están trabajando", que es aproximadamente lo contrario de trabajar. Si seguimos así, acabaremos en la divisa de los campos de concentración nazis: Arbeit macht frei, algo así como "el trabajo os hará libres". No cabe mayor escarnio.

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