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Amando de Miguel

Politiqués avanzado

Tengo comprobado que los anglicismos son especialmente frecuentes en las personas que no saben inglés y que deberían saberlo.

Debe quedar claro que el politiqués no es propiamente hablar con faltas gramaticales. Consiste más bien en emplear un lenguaje repulido, atento a las modas y sujeto a la necesidad de impresionar a los oyentes. Es asombrosa la capacidad de imitar ese lenguaje por parte de las personas que quieren destacar o medrar. La razón es la misma por la que se siguen otras modas en el atuendo o en el uso del tiempo: demandar admiración o por lo menos reconocimiento. Para ello es imprescindible que no se tenga mucho sentido del ridículo. Los términos del politiqués son a menudo importados de otros idiomas, singularmente del inglés, lo que lleva a pensar que uno ha hecho algún máster en Londres o en Boston. Tengo comprobado que los anglicismos son especialmente frecuentes en las personas que no saben inglés y que deberían saberlo.

Álvaro de la Cueva me señala una nueva moda del politiqués que podríamos considerar avanzado. Consiste en la voz embridar (= poner la brida a un caballo, sujetar, contener), aplicada con preferencia a las comunidades autónomas y su excesivo gasto. No es que esté mal la alegoría, pero lo que molesta es la moda, el aparentar finura. Una analogía, cuando se repite mucho, suele resultar tediosa.

Los diccionarios no nos aclaran muchos la diferencia entre partidario y partidista. La primera voz es más descriptiva (= los que se inclinan por una parte, una idea). La segunda resulta un tanto desdeñosa (= los que anteponen al interés general la fidelidad a un partido político). En la práctica, los politiqueses suelen preferir partidario cuando quieren decir partidista.

Un adjetivo muy querido de los politiqueses es complicado. Normalmente no quieren indicar lo opuesto a simple, sino más bien lo que les parece arduo, extremadamente difícil, lo que vale la pena intentar. A veces ese objetivo es perfectamente simple, pero lo de complicado confiere mucho mérito al esfuerzo. Otras veces complicado quiere significar que es una calificación imprecisa.

Una moda insufrible es la de terminar una frase voluntarista con "...es posible". Se trata de una importación del inglés, pero esa no es razón para la sinrazón. En buen castellano tendríamos que poner el "es posible" al comienzo de la frase, pero en ese caso se le quitaría el encanto. La muletilla queda todavía mejor cuando el deseo resulta prácticamente imposible. Por ejemplo: "Bajar los impuestos por parte del Gobierno es posible". Regla práctica de comprensión. Cuando oigan decir a un político que algo "es posible", piensen que se trata de algo improbable o disparatado.

En el diccionario está muy clara la definición de diferente y diferencial como adjetivos. El sustantivo es diferencia. El politiqués va más allá para no ser menos. Al politiqués le encanta el sustantivo diferencial. Es algo así como una diferencia misteriosa, difícil de calcular y de interpretar. Por ejemplo, "el diferencial de la prima de riesgo". En verdad impresiona una locución con ese énfasis.

Alguna vez me he referido aquí a esa tendencia del lenguaje coloquial cuando trata de parecer convincente, seguro, infalible. Para ello se emplean muchos recursos léxicos. A veces hay que interpretarlos como los contrarios. Por ejemplo, si alguien dice "ni muchísimo menos" suele querer indicar que el enunciado al que se refiere es de poco crédito. Los politiqueses acuden con frecuencia a ese truco suasorio. Mi consejo a los libertarios es que no se dejen enredar. 

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