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Amando de Miguel

Productos abrasivos

Las noticias sobre incendios suelen ser tan continuas como inexpresivas. Disponemos de pocas palabras para calibrar el modo e intensidad de un fuego. Hace unos días asistí en la televisión a la noticia de un incendio en una fábrica. El cronista advertía impávido que el fuego se había propagado rápidamente porque en la fábrica se almacenaban muchos productos “abrasivos”. ¿Qué tendrá que ver la abrasión con las brasas? Nada, claro está, salvo el falso parentesco. Un producto abrasivo es el que sirve para desgastar a otro por la especial dureza del primero. Por ejemplo, la arena (sílice) es un producto abrasivo. Se entenderá ahora lo absurdo que resulta decir que la fábrica se incendió porque contenía muchos productos abrasivos. Podrían ser diamantes, claro está, que arden estupendamente y son durísimos, pero no creo que el cronista de la tele se refiriera a esa posibilidad.

“Abrasión” viene del latín abradere = raer o desgastar por fricción, como hace una lima. “Brasa” es una palabra de origen impreciso, aunque es común a muchos idiomas indoeuropeos con ligeras variantes. Alude siempre al fuego. Para mí que su origen es onomatopéyico. “Bras” equivale a uno de los sonidos de la leña al arder.

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