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Amando de Miguel

Puros, puristas y refitoleros

Íñigo Sánchez Paños y Pablo García González ─entre otros─ me reprochan que yo haya deslizado un “porqué” en lugar del correcto “por qué”. La frase auténtica debe ser “las comparaciones son odiosas, no se sabe por qué”. No tengo perdón de Dios. Vamos a ver si me sale ahora esta otra frase sin errores: “¿Por qué (1) me equivocaré tanto con el dichoso porqué (2)? Porque (3) acabo de ver los motivos por que (4) yo tenga que caer en ese error”. No debemos confundir: (1) pronombre interrogativo, (2) sustantivo, (3) conjunción, (4) pronombre relativo. Siento ponerme tan gramático.
 
No menos finos son los que me recriminan el hecho de que yo trague con la locución “en olor de multitudes”. Oliver Serrano y Pablo García González insisten en que la forma adecuada o por lo menos el origen genuino es la expresión “en loor de multitudes”. Francamente ninguno de los dos dichos me hace feliz. No creo que yo los haya utilizado nunca en serio y no es que me precie de purista. En todo caso, me gusta más “en olor de multitudes” por la broma que resulta de derivar el dicho de “en olor de santidad”. Se creía que algunos santos, al morirse, no se descomponían, e incluso su cadáver olía a rosas. Vamos, que no hacía falta ningún proceso de canonización después de ese prodigio, de morir “en olor de santidad”. Por lo mismo algunos hombres públicos parecen vivir en continuo “olor de multitudes”, tan aclamados son que no necesitan someterse al veredicto de las urnas, al juicio de sus méritos. Desde luego, nadie piensa que las multitudes huelan de ninguna forma especial, y  menos si es aroma encomiástico.
 
Carlos López Velázquez me consulta sobre el posible italianismo de la voz “tripartito”. ¿No sería mejor “tripartido”? Pues no, señor. En latín tripartitus es lo que se compone de tres partes. Así pues, bien legítimo parece “tripartito” en castellano. Bien es verdad que se trata de un cultismo, pues lo castizo hubiera sido decir “tripartido”. Pero los cultismos (derivar directamente del latín) son muy frecuentes. En mis artículos recurro a ellos con frecuencia. Por cierto, el “artículo” es ya un cultismo. En castellano castizo tendría que ser “artejo”. Así que tripartito no es ningún italianismo. Aunque lo fuera, tampoco obsta para que sea correcto en castellano. El lenguaje militar está lleno de italianismos (retreta, escopeta, fagina, bisoño, etc.). El latín es la madre nutricia, el alma máter.
 
Félix Manrique, admirador de Federico Jiménez Losantos, cree que el de Teruel se equivoca con la expresión “pasarse de castaño oscuro”. Según nuestro fiel purista habría que decir “de castaño a oscuro”. Pues no, señor. El dicho “pasarse de castaño oscuro” es una estupenda forma coloquial para decir que uno se ha excedido en algo. Ignoro de dónde viene esa barroca expresión. Quizá fuera la jerga de los pintores o los tintoreros, los que tenían que dar color. El castaño admite varios tonos. Uno puede pasarse por la gama pálida o por la oscura hasta hacer que el color pierda su entidad. Don Federico, siga usted, que lo borda.
 
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