Menú
Amando de Miguel

Reconvenciones amistosas

Xosé Cermeño (Oliveira do Pazo) me riñe con toda la razón del mundo por mi aseveración de que el verbo “gustar de” es un anglicismo. Me demuestra que los clásicos lo utilizaban así en perfecto castellano. Me rindo. Podía haber consultado yo a Cervantes, que gusta de esa forma.
 
Lorenzo Martínez (Málaga) se introduce en la crítica que yo hacía al abuso de la palabra “productos” que hacen muchas empresas para aludir a los distintos servicios que ofrecen. Mi comunicante entiende que los productos suelen ser bienes tangibles, en tanto que los servicios son más bien intangibles. Él mismo reconoce que la distinción no es fácil. Para mí la distinción no está en el carácter intangible o tangible de lo que se vende. El servicio viene a resolver un problema del cliente, mientras que el producto es algo concreto que se compra sin más. En la práctica muchos “productos” son nuevas fórmulas habilísimas para sacar dinero a la parroquia.
 
Con toda la razón del mundo, Ignacio Alonso García me recuerda que el lema del escudo de España es “plus ultra” y no “non plus ultra”, como yo decía. Se me trabucaron las ideas al hablar por la radio. Yo iba a que el signo del dólar ($) es la estilización de las dos columnas de Hércules y el lema “plus ultra” que se escribe en una cinta ondulante. Fue un añadido que Carlos I hizo al escudo real para reconocer la hazaña del descubrimiento de América. La leyenda dice que en las columnas de Hércules, que estaban en Gibraltar, figuraba el lema “Non plus ultra”, es decir, no hay tierras más allá del océano. Por eso, al descubrirse América, el lema legendario se trocó en “plus ultra”, esto es, sí hay tierras más allá.
 
Criticaba yo como un catalanismo lo de sacarse el sombrero, en lugar de “quitárselo”, que sería más correcto en castellano. Pero José Aquilino Fernández me dice que en Galicia también se hace el canje de quitar por sacar. Así, los gallegos dicen quitar una foto o sacarse el sombrero. Bueno, pues entonces estamos ante variaciones regionales. En mi tierra (y en otras lindantes con la raya de Portugal) dicen quedar por dejar. Así, “me has quedado sin respuesta”. Habrá que ser tolerantes.
 
Joan Mas (Olot, Gerona) sigue con atención esta seccioncilla, aunque se considera independentista y, naturalmente, se siente muy lejos de mi forma de pensar. Pro eso mismo le agradezco doblemente su interés. De Olot es uno de los catalanes a los que yo más aprecio (Joan Horlalà). La idea de mi corresponsal es que, si se admitiera mi propuesta del argumento numérico, habría que dar la enseñanza en Cataluña no solo en castellano sino en árabe. Tiene toda la razón. Alguna vez en Cataluña o en otras partes de España habrá que dar la enseñanza obligatoria en árabe. El que deba darse en castellano obedece a otra razón práctica: es la única lengua que conocen todos los españoles. Será así aunque Cataluña sea alguna vez independiente, por lo mismo que en México o en Perú la enseñanza se da en español. Reflexione mi corresponsal olotino que, después de la ordalía (o la hazaña) de la “normalización lingüística”, nunca como hoy ha habido tantos españoles que hablen español. Prácticamente nos aproximamos al 100%, marca que nunca se había logrado antes. Incluyo, naturalmente, a los independentistas catalanes. Conclusión: es inútil legislar sobre qué lengua se debe o no se debe hablar. Sobre la batallona cuestión del catalán baste un apunte más. Se lo debo a Carlos Calvo, funcionario recién trasladado a Mallorca, castellanoparlante. Se encuentra con que en la escuela a su hija de cuatro años solo le hablan en catalán. La maestra entiende a la niña, pero la niña no entiende a la maestra. Añade mi sufrido corresponsal: “Y todo esto en una comunidad gobernada por mayoría absoluta del PP”. Qué será cuando los Países Catalanes sean independientes.
 

En Sociedad

    0
    comentarios