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Amando de Miguel

Reflexiones polémicas sobre el chino

El ojo humano percibe mejor los signos escritos verticalmente. Véase los letreros de las autopistas, uno debajo de otro, no a continuación. Prueben ustedes a sumar o restar poniendo las cantidades horizontalmente; un caos.

Como es fácil suponer, no me refiero al colador en forma de embudo, sino al idioma. O mejor, los idiomas, pues hay docenas que utilizan los mismos ideogramas, aunque se pronuncien de forma diferente. José Ramón Álvarez me escribe desde Taiwán para decirme que no está de acuerdo con mi afirmación de que el pinyín (el idioma chino con caracteres alfabéticos) "será una salvación para los chinos". Don José Ramón sostiene que el pinyín (una iniciativa de 1958) no ha tenido ningún éxito. Ya lo sé y lo lamento. Es evidente la opción del sistema del alfabeto llamado latino para escribir cualquier lengua. Utiliza solo veintitantos signos que se pueden ordenar convencionalmente con toda facilidad. Aparte de esa razón técnica o práctica, está el hecho histórico de que la mayor parte del conocimiento acumulado en el mundo se encuentra en lenguas que utilizan el alfabeto latino. Un ejemplo puede ser el de los números arábigos, un sistema de numeración prácticamente universal. Sus ventajas son las mismas que digo: la simplicidad y el peso histórico del conocimiento que ha utilizado ese sistema. No veo por qué los chinos pueden aceptar los números arábigos y no el alfabeto latino. La razón es comprensible: el nacionalismo. Pero no me parece suficiente. China es ahora una gran potencia económica, aunque no (todavía) una potencia científica o cultural. Ese rango lo alcanzaría fácilmente con la generalización del pinyín.

En los años 50 se produjo otra reforma en China que sí tuvo éxito. El idioma se escribía verticalmente y se permitió que a partir de entonces se utilizara el uso occidental de escribirlo horizontalmente, de izquierda a derecha. Otro error para mi gusto. El ojo humano percibe mejor los signos escritos verticalmente. Véase los letreros de las autopistas, uno debajo de otro, no a continuación. Prueben ustedes a sumar o restar poniendo las cantidades horizontalmente; un caos. En cambio, las disponemos una debajo de otra y así sumamos y restamos con gran facilidad. Pero llega tarde mi idea. Seguiremos escribiendo horizontalmente de izquierda a derecha.

Asegura don José Ramón que los ideogramas están en los genes de los chinos, y no lo están las letras del alfabeto. No me convence. Creo que exageramos muchas veces el poder de los genes. La cultura es muchas veces la superación de la memoria genética. Apañados estaríamos si siguiéramos con los números romanos, que en España duraron más de mil años. Quizá esté también en los genes históricos que entre párrafo y párrafo no haya separación. Todavía dice hoy la RAE que esa debe ser la norma. Pero verán ustedes que, en los textos que vomita el ordenador, esa separación viene muy bien. Por lo mismo que es muy útil el recurso a la coma, el punto y coma o el punto.

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