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Amando de Miguel

Sobre el inglés que nos invade

En los diccionarios buenos las palabras inglesas se rompen para indicar las sílabas. En la conversación usual es corriente que se deletreen los nombres propios o las palabras un poco raras. Yo nunca he deletreado mi nombre cuando hablo en español.

Jorge Luis Molist Soler Lloret de Mar (Gerona) interviene en la polémica de la dificultad que tienen los angloparlantes para introducir la ironía en el lenguaje escrito. Dice don Jorge que un artificio puede ser lo de añadir el acrónimo LOL (= laughing out loud, riendo a carcajadas). No debe confundirse con "lots of love" (= montones de amor).

José Antonio Martínez Pons vuelve por sus fueros en su demostración de que el inglés no es un idioma especialmente dotado para hacer ciencia. Me pone muchos ejemplos de obras científicas que se han escrito en latín, en alemán, en francés. Se podría añadir el ruso, el sueco y alguna lengua más, pero no creo que se puedan citar muchas más. Don José Antonio añade una observación atinada, que la fonética del inglés es confusa. Es cierto. En los diccionarios buenos las palabras inglesas se rompen para indicar las sílabas. En la conversación usual es corriente que se deletreen los nombres propios o las palabras un poco raras. Yo nunca he deletreado mi nombre o mi apellido cuando hablo en español, pero me sale de corrido deletrear "em-ai-chi-iu-i-el" para indicar el apellido. Hay pronunciaciones raras, por ejemplo Marylin Monroe no se dice "Mónroe" sino "Monró". La ciudad de Seatle no se pronuncia Sítel sino Siatel.

Alfonso Blanco-Rivas me envía algunos chistes en inglés. Se basan precisamente en los juegos de palabras que se hacen al producirse muchas confusiones. Traduzco uno de sus chistes. Se trata de una italiana casada con un norteamericano, con el que vive felizmente en Pittsburgh. Un día la señora va la carnicería a comprar muslos de pollo. La pobre no sabe suficiente inglés, pero se le ocurre cacarear y enseñar sus piernas. El carnicero comprende perfectamente lo que le quiere decir. Otro día va a comprar pechugas de pollo y repite la fórmula del habla por gestos. La señora cacarea y se saca una teta. El carnicero sonríe y le prepara el pedido. Otro día la señora necesita comprar salchichas. Acude a la carnicería y en este caso decide que le acompañe su marido... Alto ahí, ya sé lo que están ustedes pensando, pero se equivocan. Simplemente, el marido de la señora hablaba inglés y pudo hacer el pedido de salchichas.

Añado que en inglés las palabras "muslos" o "pechugas" suenan un poco obscenas, aunque se apliquen a las aves. Por esos se substituyen elegantemente por "carne marrón" o "carne blanca" cuando se aplican, por ejemplo, al pavo. Al menos eso es así en el lenguaje finolis.

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